Cuando los medios damos cuenta de los descubrimientos científicos, tecnológicos o de innovación, casi siempre lo hacemos en términos de lo insólito; o bien, son noticias venidas del extranjero. Sin embargo, en México hace mucho tiempo que se realiza ciencia y tecnología de frontera con respecto a temas como el universo, el tiempo, la materia, la genética, la robótica y un muy largo etcétera.

 

Actualmente, destacan cuatro grandes proyectos científicos nacionales de largo aliento en los a diario se efectúan investigaciones que compiten en igualdad de trascendencia con los más ambiciosos del llamado Primer Mundo.

 

Uno de estos portentos científicos nacionales es el Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN), ubicado en la Ciudad de México, donde los expertos buscan, en los espacios microscópicos, los códigos que nos permitan descifrar el origen de la vida, así como las particularidades de nuestras estructuras biológicas, cifradas en su más ínfima expresión: el Ácido Desoxirribonucleico (ADN).

 

Otro gran proyecto es el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (LANGEBIO), cuya labor es equiparable a la mítica Arca de Noé, pues trata de conocer los códigos genéticos de la flora y la fauna de nuestro país para potenciar aquellas características que las hagan más resistentes a los embates del entorno. Por ejemplo, ¿qué pasaría en México si los campesinos ya no tuvieran que depender de los ciclos anuales de sequía e inundaciones para producir? La búsqueda de esas posibilidades radica precisamente en la labor de investigación biogenética que se lleva a cabo en esta magna unidad, enclavada en Irapuato.

 

El Gran Telescopio Milimétrico (GTM) es una obra monumental que se alza en lo alto del volcán Sierra Negra, junto al Pico de Orizaba. Desde ahí, con su antena de 50 metros de diámetro, es como un enorme ojo que mira al infinito en busca de los orígenes del Universo, del cual sabemos hoy en día y gracias a este tipo de instrumentos, que se halla en expansión constante, creando el espacio conforme lo ocupa. Sabemos también que tanto más lejos se halla un objeto en las distancias siderales, tanto más atrás está en el tiempo.

 

Enclavado en la periferia de Monterrey, el Parque de Investigación e Innovación Tecnológica (PIIT) es una prueba de que la efectiva vinculación entre la ciencia, la empresa y la sociedad pueden hacer realidad que una idea innovadora se transforme en mejores procesos o productos a favor de la vida en el planeta.

 

Estos proyectos científicos son, paralelamente a los centros culturales, sedes en las que convergen diversas expresiones del espíritu humano. Son matrices del futuro. Hornos del presente donde se dan cita la interacción y la cooperación virtuosa de la llamada Triple Hélice para construir respuestas a las interrogantes que desde las tribus prehistóricas nos hemos venido planteando respecto a quiénes somos y cuál es nuestro destino en el Universo circundante.

 

Para conocer más de estas asombrosas y titánicas obras, mañana jueves 14 de junio de 2012, en punto de las 18:00 horas, Universia y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico AC (FCCyT) presentarán el libro Ciencia e innovación en México; cuatro grandes proyectos científicos. La cita es en Revolución No. 333, en Tacubaya. La entrada es libre y el libro se obsequiará al público asistente.

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