Si la ley de la física dicta que los polos opuestos se atraen y los polos iguales se repelen, ayer por la mañana, en el salón Floresta, muy cerca del bosque de Chapultepec, quedó probado que ese principio también aplica a la política. En una misma mesa se podía ver, compartiendo y coincidiendo, igual a políticos de la izquierda más radical, que a ex militantes de la ultraderecha o a ex guerrilleros junto a priistas, socialdemócratas y hasta masones.

 

Rosario Robles junto a Manuel Espino; René Arce con Lía Limón; Víctor Hugo Círigo codo a codo con Carlos Salomón y Mario Ramírez, ex guerrillero con Lucio Cabañas junto a Tere Vale. ¿Qué tienen en común actores sociales y políticos tan disímbolos? Que todos, alejados de sus partidos u agrupaciones originales, hoy se dicen convencidos de que Enrique Peña Nieto “es la mejor opción” y hablan del candidato priista como “el próximo presidente de México”

 

Así nació ayer lo que llamaron “Concertación Mexicana”, un grupo que combina y concentra a más de 40 actores que abarcan todo el espectro político, ideológico y social mexicano. En el calor de la mañana capitalina, a casi 30 grados centígrados –y muchos grados más en el termómetro de las campañas presidenciales– los miembros de ese grupo recibieron ayer a Peña Nieto en los linderos del Bosque de Chapultepec. Vino a firmarles un plan con el que, dicen ellos y dice el candidato, se compromete a incluir sus temas y prioridades en una agenda de gobierno que aquí todos dan por hecho.

 

Pasa de las 10 cuando llega Manuel Espino, en guayabera blanca a lo  Echeverría, tratando de proyectar frescura tras su “incidente” del fin de semana con el alcoholímetro. Todos cuchichean cuando lo ven sobre su breve estancia en la cárcel preventiva del “Torito”; casi al mismo tiempo arriba la otra protagonista de este grupo Rosario Robles. Traje sastre negro con blanco, collar de plata con piedras negras y peinado de salón con lucecitas, Rosario va impecable, muy lejos de aquella líder del STUNAM que hace algunos ayeres, morral al hombro, enarbolaba consignas sindicalistas.

 

Ya los espera en el lugar René Arce y su hermano Víctor Hugo Círigo, los dos izquierdistas pioneros en el acto del travestismo político de haberse aliado a Peña desde que aún era gobernador mexiquense. Pero los hermanos ex perredistas, no son los únicos ex guerrilleros aquí. Desde las montañas de la sierra de Guerrero, Mario Ramírez y Heriberto Noriega, ex combatientes del Ejército de los Pobres y que pelearan junto a Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, hoy se preparan para sentarse a la mesa con el candidato del partido al que combatían en aquellos convulsos y utópicos años 70.

 

“PIENSAN EN MI”

 

Rosario Robles y René Arce esperan pacientes al candidato cuando el reloj ya marca casi las 11:00 hora de la cita; revisan con Espino los últimos puntos del “Plan de la Concertación Mexicana” mientras el sonido toca:  “Si dios me quita la vida, antes que a mí..” Sentados en la gran mesa cuadrada esperan el ex perredista Víctor Hugo Cirigo que platica con Carlos Salomón y en la misma mesa, ya listos para recibir al candidato, el sincretismo político propio de estos tiempos se muestra cuando conviven un ex guerrillero como Noriega con un líder masón como Marco Enrique González; un sinarquista como José Antonio Calderón con un socialdemócrata como Alberto Begné. En el sonido local ahora se oye: “Si tienes un hondo penar, piensa en mí…”

 

A las 11:15, con unos minutos de retraso, aparece Enrique Peña Nieto. Va flanqueado por Rosario, Espino y Arce. El maestro de ceremonias, con toda la pompa, invita a la concurrencia a tomar sus lugares. Peña se ve un poco cansado, pero saluda; su rostro algo abotagado acusa los estragos propios de una campaña que se acerca a la recta final, pero no pierde ni el peinado ni la etiqueta. No lleva corbata, pero si saco lo que habla de que le quiso dar al encuentro un cierto toque informal, para estar a tono con guayaberas y camisas desabotonadas que traen sus adherentes.

 

Los aplausos se escuchan moderados pero entusiastas. Lía limón es la primera al micrófono. Ya no habla de “pandillas de cuatreros”, como llamó a sus ex compañeros panistas y ahora dice que “Peña es la mejor opción” y recalca que en este grupo Concertación Mexicana hay cuatro ex presidentes nacionales de partido: Espino (PAN), Rosario (PRD), Begné (PASC) Alberto Díaz Cuervo (PSD) y José Antonio Calderón (PAS), que hoy apoyan al candidato priista.

 

Espino es el segundo al bat. Habla de la vieja cultura autoritaria y que a la hora de gobernar importan no  los colores partidistas sino los estilos y actitudes. “Estamos seguros que con el licenciado Peña Nieto, con su actitud y forma de gobernar, México estará mejor”. El ex panista se pone grandilocuente y habla de la historia de México y de cómo en momentos clave lograron convergir liberales y conservadores, aristócratas y campesinos. Menciona planes históricos como el Plan de Iguala, el de Ayutla, el de Ayala, el de San Luis, para comparar el movimiento plural que hoy cobra forma con esos momentos estratégicos en la historia mexicana.

 

René Arce toma la palabra. El oficio de orador de las viejas juventudes comunistas se le nota al momento. Claro que ya no es aquel joven radical que un día tomo las armas para combatir al PRI-Gobierno, hoy trae el pelo engomado, saco casual de vestir y camisa de línea. “México no está en busca de un presidente, está en busca de un estadista y hace mucho tiempo no lo tenemos”, dice Arce y Peña aprieta la mandíbula.  “Muchos creemos que Peña puede ser ese estadista”, añade Arce y Peña afloja la mandíbula.

 

NI DERECHA NI IZQUIERDA NI CENTRO

 

Al final, Rosario Robles, toda elegancia da lectura al Plan de la Concertación Mexicana, y dice que es un gusto estar “con el próximo presidente de México”. Cita los 6 temas y los 12 principios que esa plural agrupación le propone al candidato y acto seguido los adherentes, con toda su pluralidad y sincretismo político estampan junto con Peña sus firmas en documento que Espino ha comparado con los planes y documentos fundacionales de la República.

 

Es el esperado turno del candidato, orador estelar. No hay alusiones de Peña a ninguno de los discursos que le antecedieron. Agradece el apoyo diverso y plural de los presentes, dice que  el único objetivo que le interesa compartir con ellos es “que México esté mejor y que los mexicanos vivan mejor”. No hay ninguna referencia ideológica o política en su mensaje, y la única que intenta acercarse dice: “Con este movimiento no vamos ni para la derecha ni para la izquierda sino para el frente”.

 

Termina el acto y viene la pasarela donde Peña posa para las fotos con varios de ellos, se despide y viene luego una conferencia de prensa a pleno rayo del sol. El sonido reproduce “Bésame, bésame mucho…” y el candidato reparte besos y abrazos a sus nuevos aliados.

 

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