El padre Alejandro Solalinde informó que el 21 de mayo saldrá de México debido a las constantes amenazas de muerte que ha recibido de personas ligadas a políticos influyentes e integrantes del crimen organizado, por su labor a favor de migrantes en el Istmo de Oaxaca.

 

En rueda de prensa comentó que este “retirito táctico” se da por recomendaciones de la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General de la República, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Brigadas Internacionales de Paz y la Pastoral de la Movilidad Humana.

 

“Salgo del país por obediencia, no por miedo”, puntualizó el director del albergue Hermanos en el Camino, quien comentó que dejó todo arreglado legalmente antes de su salida, por dos semanas, a España, Italia y Suiza, en Europa, así como Chicago, en Estados Unidos.

 

“Yo ya dejé inclusive notarialmente, legalmente todo, ya nadie necesita de una firma mía, si en este momento llegaran a eliminarme, el albergue ya no necesita una sola firma mía”, resaltó el defensor de derechos humanos.

 

Aclaró que no tiene miedo a las amenazas de muerte y que si bien seguirá las medidas cautelares dictadas por las autoridades gubernamentales y de derechos humanos, regresará a Oaxaca para seguir su labor de apoyo a los migrantes centroamericanos y a aquellos que menos tienen.

 

Dijo que aceptó dejar el país con la esperanza de que regresará al albergue, no obstante aclaró que si mejoran o no las condiciones, él volverá, pues no tiene miedo, “si tuviera miedo no diría lo que estoy diciendo”.

 

Solalinde recordó que corresponde a las autoridades locales revertir las condiciones de impunidad que viven en Oaxaca los migrantes centroamericanos.

 

En el albergue “nadie es indispensable, esto es obra de Dios. No soy el mesías, soy uno de sus criados, de sus achichincles nada más”, enfatizó el defensor de los derechos humanos, quien estuvo acompañado por el director de Amnistía Internacional México, Alberto Guerra, y la hermana Leticia Gutiérrez.

 

El sacerdote retó incluso a quienes lo amenazan a tirar su último “naipe”, al informar que el pasado 20 de abril, cuando iba a retirar dinero de un cajero, una persona se le acercó para avisarle que lo iban a matar y que incluso ya tenían a su sicario.

 

Al ser cuestionado sobre el monto que se le puso a su cabeza por parte de quienes lo amenazaban de muerte, insistió en que se trata de personas ligadas a políticos influyentes y a narcotraficantes.

 

“No soy policía ni de la DEA, soy pastor”, resaltó, al llamar a los mexicanos a ponerse las pilas, “porque no es tiempo de tener miedo, sino de liberarnos”.