El papel que juega Estados Unidos en el desarrollo de la economía mexicana se ha vuelto evidente a través de la evolución de la actual crisis económica: a pesar de la fortaleza macroeconómica que en medio de la incertidumbre de la economía global ha logrado mantener México, sus oportunidades de crecimiento se encuentran atadas al progreso de la economía de ese país. De esta forma, los resultados favorecedores que ha llegado a mostrar en estos meses México se han visto relacionados con un avance de la economía estadunidense, ocurriendo lo contrario cuando ésta se deprime.

 

A partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, el flujo comercial entre estos dos países se afianzó, provocando que las exportaciones de Estados Unidos para México hayan aumentado un 221% en casi dos décadas, mientras que las exportaciones de EU hacia nuestro país lo hayan hecho en un 364%. De esta forma, y tomando datos de 2010, más del 80% del total de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos —convirtiéndolo en nuestro principal socio comercial— dato que revela la deficiente diversificación que tiene México a pesar de su extensa red de acuerdos comerciales, misma que enmarca a más de 45 países.

 

México, por otro lado, se posiciona como el tercer socio comercial de Estados Unidos (por detrás de China y Canadá), y su segunda fuente de exportaciones en materia energética, a pesar de que nuestro país importa 47% de su gasolina de Estados Unidos (2010).

 

Para 2011 EU aportó 55% de la inversión extranjera directa (IED) entrante en México, concentrándose, año con año, en el sector manufacturero, servicios financieros y ventas al por menor. Si bien es cierto que dichos flujos han ayudado al país a erigirse como un buen receptor de IED, este resultado no se salva de los efectos del pobre crecimiento que en estos años ha presentado nuestro principal socio comercial.

 

El costo de no participar en mercados más diversos —e incluso más dinámicos desde hace varios años— le pesa ya a nuestro país, pues así como varios países de América Latina han logrado sustentar parte de su crecimiento en sus exportaciones a países emergentes con economías fulgurantes, México parece encontrarse atado a una realidad que se verá aún más precaria en unos años, cuando su modelo de financiamiento a través del petróleo sea insostenible.

 

Así, conforme algunos países en desarrollo se van posicionando como las economías que liderarán el crecimiento mundial en los próximos años, México deberá esforzarse por participar en dicho crecimiento a través de su diversificación comercial, pues si bien es cierto que las economías desarrolladas seguirán teniendo una participación fundamental en el mercado internacional, nuestro país no puede dejar pasar ninguna oportunidad para finalmente lograr impulsar su crecimiento económico.

 

Economista egresada de la Universidad Iberoamericana. Asistente de investigación en Contorno, Centro de Prospectiva y Debate. contorno@gsgodoy.com

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