Roger Waters dedicó sus conciertos de la gira The Wall Live, en la ciudad de México, a las víctimas de la violencia, con especial énfasis en los muertos por el crimen organizado, entre los que apareció el hijo del poeta Javier Sicilia y las mujeres ultimadas en ciudad Juárez, Chihuahua.

 

“Quiero dedicar este concierto a todos los que ya no están con nosotros: los desaparecidos y caídos por el narcotráfico, y a las mujeres y niñas de Juárez. Nos unimos a su ausencia”, dijo el músico para alzar aún más su protesta mundial.

 

A las 21:15 horas de este viernes y minutos después el sábado el Foro Sol quedó fuera de la realidad citadina, un nuevo muro se derrumbó, ahora en el Distrito Federal.

 

Por más de 120 minutos, se convirtió en un corazón pacífico, en contra de la guerra, las injusticias y la crueldad del ser humano, liderado por el ex integrante de Pink Floyd, quien, con puño al aire lanzó un mensaje de justicia a las autoridades mundiales.

 

Al escenario subieron ocho personas que cargaban el estandarte rojo de The Wall, cuya magnificencia se engrandeció con pirotecnia roja que iluminó el cielo y presentó al mítico Waters. El músico y compositor británico, de 68 años, apareció vestido totalmente de negro, con chaqueta de cuero y lentes oscuros; mientras en alta definición se proyectó In the flesh?.

 

La música construyó una nueva dimensión y erigió un muro, de más de 100 metros de longitud–el más grande presentado en los conciertos de Waters en el mundo-,  de sueños e ilusiones por una mejor realidad, del que fueron parte más de 50 mil fanáticos por encuentro.

 

El sonido de las metralletas que surcaban el cielo y cuya víctima fue un avión que salió disparado del ala derecha del recinto y se estrelló sobre el muro levantado junto al escenario sacudió el silencio expectante de los asistentes. El último vuelo del pájaro había sucedido.

 

A ello, siguió un homenaje con la proyección de fotografías de las víctimas perdidas en conflictos bélicos, de la Segunda Guerra Mundial que inició con la imagen del padre de Waters, para después colocar la foto de Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta que lidera el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

 

La oscuridad permitió a los asistentes centrarse en las imágenes plasmadas en los más de 400 ladrillos de la legendaria pared del disco lanzado en 1979. Allí estaban con rostro muchas de las víctimas de la violencia en el planeta.

 

The Wall Live demostró el poder de la música para hacer que la mente deje el cuerpo y materialice las ilusiones que el hombre anhela: derribar barreras, obstáculos y baches que impiden la armonía y la felicidad.

 

La sangre, grafittis de protesta y la leyenda Stop Wars acompañaron Thin Ice.

 

Uno de los momentos más esperados iluminó de carmín el recinto y las notas de Another brick in the wall part 1 y 2, hizo que los presentes se unieran al mensaje del británico.

 

Del cielo bajó el “Profesor”, una marioneta señalada por el grupo de niños de los colectivos Marabunta y Barrio Activo que acompañaron el concepto.

 

Los latidos, las voces, la entrega y la paranoia construyeron el significado de cada ladrillo que conformaron un muro donde las balas encontraban su destino y las cámaras de vigilancia señalaban a los prófugos, que sólo eran culpables por unirse al amor proclamado por Waters.

 

Mother, Goodbye blue sky y la secuencia de Empty spaces, siguieron al play list previsto.

 

Lo propio hicieron Young lust, One of my turns, Another brick in the wall part 3 y Goodbye cruel world, que selló el espacio que separaba al rockero del público. El intermedio había llegado.

 

En los 20 minutos de pausa, el muro siguió proyectando las fotografías de caídos en las guerras en Irak, Afganistán, Irán y hasta los desaparecidos del 11 de septiembre de 2001.

 

Con cada ladrillo en su lugar, sin un hueco penetrable, regresó el frenesí con Hey you y Nobody home, en la cual la roca dejó su fuerte cohesión y liberó un cuarto de motel para la interpretación del mítico tema.

 

Para Comfortably numb, un muro proyectado se derrumbó y el británico se entregó. Pero lo mejor estaba por venir.

 

Dicen que los sueños se cumplirán cuando los cerdos vuelen y así lo hizo Waters, quien soltó un puerco volador que surcó los aires del Foro Sol con mensajes y protestas en español en su superficie. The show must go on, In the flesh y Run like hell, siguieron.

 

Como toda leyenda lo mejor se dejó para el final con Waiting for the worms y Stop, que dieron cabida a un templo, una gran plancha visual en la que se realizó la tan esperada Marcha de los Martillos. Asimismo, The trial, proyectó fragmentos del filme de 1982.

 

Al final, Outside the wall derrumbó el muro en mil pedazos y vio a Roger decir adiós. El sueño había terminado; sin embargo, el mensaje quedó en las almas que seguirán en trance y anhelando un mundo mejor.

 

Con “gracias, México” se despidió la leyenda del rock progresivo; “Gracias a tí” y coreando “Roger, Roger”, respondieron con aplausos y gritos que retumbaron más allá del Hermanos Rodríguez. (Notimex)