Kennedy-Nixon, se impone la imagen

En 1960, Richard Nixon, el vicepresidente de Dwight Eisenhower, compitió contra un joven y no muy conocido senador demócrata, John F. Kennedy. Aunque los encuentros cara a cara entre candidatos a la Presidencia de Estados Unidos ya eran una tradición que se remontaba al siglo XIX, éste se convirtió en la referencia porque fue el primero en ser una atracción televisiva ya que fue visto por 77 millones de personas.

En lla pantalla se vio a un experimentado pero con mal aspecto Nixon, convaleciente de una gripe que lo llevó al hospital, sudoroso por la luz de las cámaras, mal rasurado, frente a un juvenil, maquillado y ágil aspirante. Curiosamente, quienes escucharon el debate por radio dieron por ganador a Nixon, pero quienes siguieron la transmisión consideraron que Kennedy se había impuesto.

 

 

José María Aznar-Felipe González, taquilleros

España vio el primer debate entre aspirantes a la Presidencia, en abril de 1993. Felipe González, jefe del Gobierno, se enfrentó a José María Aznar frente 9.6 millones de telespectadores, equivalentes a 75% de la audiencia televisiva de esa noche. esa noche. Un agresivo Aznar se impuso a un presidente que nunca volteó a verlo, pero González echó mano de su experiencia y en el segundo se impuso, para ganar las elecciones al final.

Una especie de segunda ronda se realizó en la discusión sobre el estado de la Nación, en abril de 1994. En medio de una fuerte crisis económica crisis, Aznar culpó al presidente de todos los males del país. Desde la tribuna del Congreso agitaba su dedo mientras reclamaba: “váyase señor González, porque usted es el principal responsable de la situación económica; porque usted es el principal y primer responsable de la corrupción y del clima de corrupción en España. Porque usted es el principal responsable de la degradación de la vida pública en España”.

Aunque González respondió que no iba a dimitir porque “usted no me puede dar ningún ejemplo de responsabilidad política”, el encuentro fue de capital importancia para las elecciones de 1996, que fueron ganadas por Aznar.

 

 

El jefe Diego arrolla

La campaña presidencial de 1994 fue inédita en varios sentidos. Por primera vez en la época contemporánea un candidato fue asesinado en el curso del proceso. El 12 de mayo se enfrentaron por primera vez los candidatos a la Presidencia, Cuauhtémoc Cárdenas, Diego Fernández de Cevallos y Ernesto Zedillo, por el PRD, PAN y PRI, respectivamente.

En un formato impensable hoy en día, los aspirantes dispusieron de una presentación de 8 minutos en los que mostraron un diagnóstico general. Tras la primera expresión, Fernández de Cevallos advirtió que dedicaría la mayor parte del tiempo a Zedillo, por lo que representaba, “pero estos minutos son para usted, ingeniero Cárdenas” y lo acusó de tener una cara en la oposición y otra cuando militaba en el PRI.

Le reprochó que pidiera al gobierno sacar las manos de las elecciones pero que hubiera hecho la ley electoral de Michoacán que reforzaba el control oficial sobre los comicios y le recordó que como gobernador promulgó una ley sobre educación que decretaba la expulsión del alumno que protagonizara cualquier disturbio del orden público.

Inmediatamente después la emprendió contra Zedillo, a quien elogió por sus calificaciones y preparación. “Es usted un buen chico, pero en democracia está reprobado”, le dijo.

Cárdenas no atinó a defenderse y fue considerado el gran perdedor. Inexplicablemente, Fernández de Cevallos interrumpió su campaña durante unos días, tiempo que le permitió a Zedillo recuperarse.

 

 

Labastida, autodebacle

El candidato del PRI partió como favorito para los comicios de 2000. En el debate entre Francisco Labastida, Vicente Fox y Cárdenas, el primero eligió, antes que el ataque a sus adversarios, la victimización. A la agresividad del ranchero, Labastida opuso la imagen de un hombre de Estado, serio, centrado, una antítesis al ex gobernador de Guanajuato.

Se refirió a las expresiones de Fox, quien alguna vez posó frente a los fotógrafos con el dedo medio levantado y recordó que en diferentes ocasiones se había dirigido a él con comentarios intolerantes. “Me dijo mariquita, me dijo lavestida, me dijo chaparro”.

Fox no se retractó de los calificativos pero buscó una salida. “A mi se me puede quitar lo grosero, pero a los priistas lo corrupto, nunca”, sentenció. El panista tomó un impulso determinante para llevarse la Presidencia y terminar con 70 años de regimen priista.

 

 

 

 

AMLO, luz y sombra

En febrero de 2000 Andrés Manuel López Obrador, quien subió al candelero de la política nacional luego de iniciar como modesto organizador en Tabasco, confrontó al explosivo Diego Fernández en un debate televisivo. Lo sacó de sus casillas acusándolo de legislar para beneficio de sus clientes y usar sus influencias para ganar pleitos judiciales, además de llamarlo “teatrero”, “leguleyo”, “deshonesto”.

Meses después fue postulado como candidato a jefe de Gobierno del DF y se encontró con Jesús Silva Herzog, ex secretario de Hacienda, por el PRI; el diputado y ex consejero electoral Santiago Creel; y Tere Vale, representante del recién formado Partido Socialdémocrata.

El de Tabasco descalificó a Silva Herzog por haber sido embajador en España nombrado por Carlos Salinas de Gortari; también a Creel por haber votado a favor de convertir en deuda pública el rescate bancario llevado a cabo por el gobierno tras la crisis de 1995.

Tras un cruce de acusaciones, Vale dijo que los partidos tradicionales sólo sabían de descalificaciones “algunas de ellas mal pronunciadas, con faltas de ortografía”. Se refería a la manera de expresarse de López Obrador, quien dijo a Creel “tu aprobastes el Fobaproa, tu subistes a la tribuna”.

La respuesta de AMLO fue que a la mujeres había que tratarlas “como se merecen” y que Vale sólo lo atacaba por ser esposa de un priista, lo que le valió una nueva reprimenda: “no sabía que por estar casada con una persona se tienen que compartir sus posiciones políticas. Me parece un tono discriminatorio que no me contestes por ser mujer, las mujeres no somos ciudadanas de segunda y en un debate estamos en igualdad de circunstancias”.

Tras del debate, el tabasqueño, que arrancó como puntero, vio reducirse su ventaja hasta imponerse a Creel por apenas cuatro puntos.

 

 

Madrazo naufraga

Para los comicios de 2006, AMLOr llegó con ventaja en las encuestas y se negó a acudir al primer encuentro organizado por el IFE. Aunque las alusiones a su silla vacía fueron constantes, los golpes más fuertes se los llevó el candidato del PRI, Roberto Madrazo, quien fue exhibido por Roberto Campa, representante de Nueva Alianza, quien denunció que éste no había pagado sus impuestos.

Para el segundo debate, con las encuestas decretando empate técnico, López Obrador y Felipe Calderón se enzarzaron en acusaciones de negocios ilícitos e inconsistencia. En un momento, el panista atacó a Madrazo y éste trató de tomar una tarjeta pero tiró los papeles y dedicó medio minuto a buscarlos en el suelo, mientras la cámara fija apuntaba al atril vacío. Durante largos segundos el candidato del PRI desapareció y su figura se fue ocupando hasta quedar en un lejano tercer lugar en la contienda.