En la portada de El País, el más leído diario español, un monarca de nuestro tiempo rompe con la máxima del absolutismo universal: El Rey no se equivoca, y parece arrodillarse ante su pueblo, mismo que hoy lo cuestiona y lo hace blanco de burlas e insultos que, en la última semana, se han convertido en un deporte nacional.

 

“Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”, dice Juan Carlos I, rey de España, enviando a la sociedad un gesto público que ese mismo tabloide celebra en su editorial: “Las disculpas lo honran”.

 

Pero los españoles parecen estar más enojados que nunca, y la indignación ya toca las puertas de palacio real, llamando, ni más ni menos, a la abolición del régimen monárquico, no solamente a la abdicación de este heredero de la dinastía histórica de los Borbón, nacido el 5 de enero de 1938 bajo el nombre de Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilia.

 

CRISIS MARCA ELEFANTE

¿Qué ha sucedido en ese país que en México llamamos, cariñosamente, Madre Patria? “Casi nada: una crisis de proporciones paquidérmicas” o “tamaño Jumbo”, califica el diario madrileño El Mundo.

 

El debate ha surgido por el… tropezón, y posterior fractura de cadera de don Juan Carlos I, durante una cacería de elefantes de la cual no tenía ningún conocimiento la opinión pública. Entonces, España se indigna –inmersa en una severa crisis económica–, y la figura de la monarquía es hoy la que pareciera estarse tambaleando.

 

Desde 1981, cuando mandos militares dieron en Madrid una intentona de golpe de Estado, la monarquía no había enfrentado una situación tan grave; muy especialmente, destacan los analistas, a que la crítica social no solamente cunde en los medios informativos, sino en un ámbito a veces incendiario: las redes sociales.

 

Y es que pasado 9 de abril, el monarca de 74 años tuvo la ocurrencia de viajar a Botswana, África, para participar en una cacería de elefantes; sin dañar a ningún ejemplar de esta especie en peligro de extinción, a un costo de alrededor de 42 mil euros.

 

Lo anterior, al tiempo que poco más de cinco millones de españoles se encuentran en el desempleo y lidian con una deuda externa que este 2012 ronda los mil 800 billones de euros; una de las deudas públicas más altas del planeta.

 

La llamada “crisis elefante” llega cuando la familia real se encuentra en su más bajo nivel de popularidad, tras el estruendo que dejó otro real escándalo: el de Urdangarín, yerno del propio rey; a quien acusaron de desviar fondos públicos para una fundación barcelonesa, el Instituto Noos, fundado como asociación civil “no lucrativa”.

 

Para colmo, el vuelo a África coincide con lo ocurrido en palacio un día después, el 10 de abril, cuando Froilán, nieto de Juan Carlos con 13 años de edad y quinto en la línea sucesoria al trono, se auto disparó una bala de fusil en el pie, revelando con dicho accidente que el muchacho gustaba de un juego militarizado prohibido a menores de 14.

 

Como real paradoja, durante su mensaje navideño 2011, Su Majestad llamó a la ciudadanía española a ejercer un gasto decembrino “responsable”, mientras que a la clase política exigió “rigor, seriedad y ejemplo”.

 

Ante el frustrado safari –con la presumible frivolidad que, según críticos, habitaría dentro del Palacio de la Zarzuela–, políticos de derecha han hecho mutis o ciertos malabares de oratoria para matizar la conducta impropia del monarca; al tiempo que los de izquierda, especialmente republicanos, aprovechan la oportunidad para hundir la espada en la “obsolescencia” de la monarquía como modelo político.

 

Y en esas del debate andan, mientras que por el reino español un problema más grande y serio cae sobre los comedores de familias populares y de clase media: la mala economía.

 

MÁS QUE UN CATARRITO

 

¿Es la crisis española “un catarrito” o el país europeo se encuentra en un problema inédito desde el punto de vista histórico?

 

La pregunta es para el historiador Íñigo Fernández Fernández, mexicano-español, quien accede a una larga entrevista para 24 HORAS en su cubículo de la Universidad Panamericana, barrio de Mixcoac en la ciudad de México:

 

La crisis económica española es mucho más que un catarrito; precisamente porque es muy similar a lo que hemos vivido en México a partir de la década de los setenta. Desde su ingreso a la Unión Europea en 1986, España empezó a tener un desarrollo económico sólido que mejoró los niveles de vida de la población y la infraestructura del país.

 

En cierto sentido, se convirtió en una especia de paradigma o aspiración para el tercer mundo, pues España empezó a ser vista como una nación subdesarrollada que estaba dejando el subdesarrollo. Así, empresas españolas como Repsol, Barceló, Iberostar, entre otras, se comenzaron a posicionar en América. El turismo español dejó de ser local para volverse internacional y casi “reconquistar” Cancún y la Rivera Maya, por ejemplo.

 

¿Cómo es la llamada crisis de credibilidad en los políticos?

 

Egresado de la carrera de Historia en la Universidad Iberoamericana, con reciente doctorado en Documentación por la Universidad Complutense de Madrid, Fernández contesta:

 

Por la crisis económica, los españoles empiezan a desencantarse de la política y de los políticos, al igual que sucede en México. Se va expendiendo la idea de que da lo mismo que los políticos sean de izquierda o de derecha, de un partido u otro, pues todos son iguales y lo único que quieren es llenarse los bolsillos con el dinero público.

 

Aunque la situación no es tan extrema como en México, sí se ha agudizado a partir del estallido de la crisis económica mundial y de las medidas de austeridad que se han tomado al final del gobierno de Zapatero y el inicio del de Rajoy.

 

Se habla mucho de una crisis global de oportunidades para los jóvenes, manifestada en protestas sociales. En el contexto histórico, ¿qué tan grave es esta crisis y contra cuál época tendría un punto de comparación?

 

Es muy grave, pues la juventud en Europa, y particularmente en España, ve que no tiene muchas posibilidades para trabajar en lo que sea. Hacerlo en algo vinculado a lo que se estudió es más que un sueño. Además, con el recorte en el gasto público español, el gobierno ha dejado de ofertar un gran número de plazas de trabajo y, por si ello fuera poco, se ha facilitado a la iniciativa privada el despedido de los trabajadores.

 

Tener desempleada a la juventud –en España suman 25% de la población económicamente activa–, implica perder un bono de productividad tremendo y mete presión a las familias, pues éstas deben seguir manteniendo a sus hijos cuando, al menos en teoría, éstos podrían ser autónomos y autosuficientes.

 

Esta situación se puede comparar con la sufrida por España en la década de los ochenta e inicios de los noventa, cuando la tasa del desempleo llegó a los 5 millones de personas. Sin embargo, la situación actual es peor porque a lo dicho, habría que sumar el hecho de que los niveles de vida en el país han disminuido considerablemente, lo que no pasó entre 1980 y 1990”.

 

¿Cómo ve los escándalos recientes surgidos en el ámbito de la monarquía? ¿Es también una crisis de la monarquía como “modelo” o solamente de la familia real? ¿Qué paralelo tendría dentro de la historia?

 

Autor de Historia de México (Pearson-Prentice Hall, 2004), tomo académico que han llevado ya dos generaciones de egresados de Historia en universidades privadas, Íñigo Fernández conoce también al dedillo la realidad española, ya que viaja a la tierra donde nacieron sus padres al menos dos veces por año:

 

La monarquía en España, al menos tras la muerte de Francisco Franco en 1975, se vio como una institución con múltiples funciones, siendo una de ellas la de simbolizar la unidad de España. En ese sentido, el rey, la reina, las infantas y el príncipe han procurado mantener una conducta pública intachable.

 

A ello se suma que la prensa ha colaborado activamente en esta labor al no publicar información, de los ámbitos público y privado, que pudiera comprometer la imagen de los miembros de la familia real.

 

Al casarse los hijos de Juan Carlos, se pretendía que los nuevos miembros de la familia del rey tuvieran el mismo comportamiento. A reserva de que no hayan cumplido con lo anterior, lo cierto es que no fueron intocables para la prensa, por no ser miembros de la casa real, si bien ésta no fue muy dura con ellos.

 

El problema estalló con Iñaki Urdangarín, casado con la infanta Cristina, quien creó la empresa Noos para hacer negocios a costa de su cercanía con el rey. La situación reventó este año cuando se detectó que había evadido el pago de impuestos, en un momento muy delicado gracias a la crisis económica. Se difundió, además, que el rey le había pedido hace tiempo que se dejara de esas cosas y que mejor se fuera a trabajar a otro país, petición que declinó.

 

Esta semana se ha difundido la noticia de que unos de los imputados en el caso dijo que el rey también había participado en su empresa y obtenido beneficios.

 

Creo que hay que distinguir entre la monarquía y el llamado Juancarlismo. Si hoy se hiciera un referéndum sobre si lo que quiere la gente es una monarquía o una república, creo que la mayoría elegiría la segunda. Para muchos, la monarquía es algo del pasado que ya no va con los tiempos modernos y que, además, le genera muchos gastos a los contribuyentes.

 

Pero también es cierto que hay mucha gente que, antes de lo sucedido en estos días, siente una especial simpatía por el rey, pues reconoce que ha hecho un papel digno como tal y que ha sido una pieza fundamental en la transición democrática española.

 

Aunque exista un gran malestar social con el rey, pienso que éste no se compara con el enojo que generó Alfonso XII, su abuelo. Aquél era bastante desobligado; le gustaba irse de juerga y salir con actrices y cantantes y no tuvo empacho en dejar que Miguel Primo de Rivera estableciera su famosa “dictablanda”, que fue una dictadura militar que duró de 1923 a 1930. Ello explica por qué la mayoría de los españoles apoyó la República en 1931.”

 

¿Qué futuro avizora para España, a la luz del modelo político, el sistema monárquico y la situación económica global?

 

Creo que van a ser años difíciles para los españoles porque van a tener que cambiar sus hábitos y costumbres. Ya no podrán gastar tanto dinero como acostumbraban hacerlo. El ahorro voluntario en España no es muy habitual. Como el Estado benefactor se está desmontando, deberán empezar a pagar por lo que antes era gratuito; la edad de jubilación se retrasará; el desempleo tardará en bajar; la política se crispará. En cuanto a la monarquía, creo que esta continuará un largo rato. Al final, saldrá adelante y vendrá una recuperación paulatina.