PEKÍN. A seis meses de la renovación de la cúpula china, la lucha por el poder que se atisba en el país asiático ha adquirido tintes de novela negra tras la purga de uno de los aspirantes al liderazgo, Bo Xilai, y la detención de su esposa como sospechosa del homicidio de un empresario británico.

 

 

El último capítulo de esta crisis política, considerada por los expertos la mayor desde la matanza de Tiananmen de 1989, comenzó a escribirse el martes después de que, a través de un escueto comunicado emitido por la agencia oficial Xinhua, el Comité Central del Partido Comunista chino (PCCh) anunciase la suspensión de Bo.

 

“El camarada Bo Xilai (ex secretario del PCCh en la metrópolis central china de Chongqing) queda suspendido (del Politburó y el Comité) por estar envuelto en serias violaciones de disciplina”, señalaba el comunicado.

 

Minutos después, la misma agencia informaba de la detención de su esposa, Gu Kailai, y su asistente doméstica, Zhang Xiaojun, por ser “altamente sospechosas” del homicidio de Neil Heywood, un empresario británico de 41 años cercano a la familia, que fue hallado muerto el pasado noviembre en un hotel de Chongqing.

 

Como era previsible, la prensa china se despertó el miércoles cerrando filas en torno a la suspensión de Bo, político carismático que albergaba grandes esperanzas de escalar posiciones el próximo otoño, y algunos editoriales, como el del “Nuevo Pekín”, le acusaban ya de “ser responsable de grandes perjuicios al país y al partido”.

 

Según fuentes próximas al partido, Bo, al que se relaciona con el ala más izquierdista, despertaba suspicacias por su “afán de protagonismo” y su caída en desgracia podría derivar en un cisma entre conservadores y progresistas. A Pekín no le gustaban los excesos ‘capitalistas’ de su hijo, Bo Guagua, mientras el padre presumía de un retorno a la pureza del maoísmo.

 

Estos últimos están, al parecer, del lado del vicepresidente Xi Jinping, a quien los pronósticos colocan en la presidencia del país, en sustitución de Hu Jintao.

 

Además, mientras a Bo, hijo de un famoso compañero de filas de Mao Zedong, no se le conocen apoyos sólidos, Xi tiene el respaldo del ex presidente Jiang Zemin desde que ambos coincidieran en Shanghái como alcalde y secretario del PCCh.

 

Hipótesis políticas aparte, la trama ha dado un giro tras la detención de Gu Kailai, esposa de Bo, como sospechosa de la muerte de Heywood, pese a que la Policía china había apuntado desde el principio a que el fallecimiento se debía a un “posible exceso de alcohol”.

 

En este ambiente, la historia se ha enredado en internet, donde se han desatado todo tipo de rumores, opiniones y acusaciones pese a que las autoridades comunistas han bloqueado la búsqueda de comentarios sobre Bo en redes sociales como Weibo, similar a Twitter.