SANTIAGO, Cuba (AP) — El Papa Benedicto XVI siguió el lunes los pasos del histórico viaje de su antecesor a Cuba con la esperanza de renovar la fe en el país menos católico de Latinoamérica, mientras muchos esperan que fortalezca a la iglesia como interlocutora con el gobierno e impulse las reformas económicas que ya están en marcha.

 

El presidente cubano Raúl Castro acudió al aeropuerto en la ciudad de Santiago, al este de la isla, a dar la bienvenida al Pontífice después de que el jerarca católico declaró obsoleto el gobierno marxista de la isla.

 

Se espera que el Pontífice atraiga a decenas de miles de creyentes a una misa al aire libre en la plaza principal de esta ciudad colonial, en una plataforma azul y blanca coronada por graciosos arcos con forma de mitras papales. Luego, el Papa pasará la noche junto a la capilla de la santa patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre.

 

Los tres días que Benedicto XVI estará en Cuba inevitablemente desatarán las comparaciones con la histórica visita de Juan Pablo II en 1998, cuando Fidel Castro cambió su uniforme militar por el traje y corbata para saludar al líder del mundo católico en el aeropuerto de La Habana y donde Juan Pablo II pronunció las famosas palabras: “Puede Cuba, con todo su magnífico potencial, abrirse al mundo y el mundo abrirse a Cuba”.

 

Estas comparaciones también fueron evidentes en México, país que Juan Pablo II visitó cinco veces durante sus 27 años de pontificado. Con su viaje al país azteca, Benedicto XVI pareció dejar la impresión de que es un Papa distante y frío que nunca podrá competir con el carisma y la conexión personal forjadas por su antecesor.

 

Hoy en Cuba, Benedicto XVI dijo que llevaba en su corazón “las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles y de modo especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados”.

 

Pero no hizo referencia a los “prisioneros políticos” tal y como hiciera su antecesor Juan Pablo II cuando visitó la isla.

 

Hasta ahora no se ha confirmado si el ex presidente Fidel Castro asistirá a algunos de los actos que celebre el Pontífice o si va a acudir a alguna reunión con funcionarios del gobierno.

 

El Vaticano tampoco ha confirmado que el Papa reciba al presidente de Venezuela Hugo Chávez, quien llegó al borde de la medianoche del sábado para iniciar una ronda de radioterapia tras su operación en febrero de un tumor canceroso.

 

El arribo papal a la isla se hizo a bordo de un vuelo especial de la aerolínea Alitalia, proveniente de México. El aeronave llevaba una bandera del Vaticano y otra de Cuba en la punta del avión.

 

El Papa descendió las escaleras y fue recibido en la pista de aterrizaje por el presidente Castro, vestido con traje y corbata, a quien le estrechó ambas manos.

 

Luego caminaron sobre una alfombra roja en medio de honores militares, bendijo a dos niños y luego se sentó con Castro sobre dos asientos y un toldo que los protegían de un sol de 31 grados centígrados.

 

“La Constitución garantiza plena libertad (religiosa)”, dijo Castro en su discurso de bienvenida. “El gobierno guarda buenas relaciones con todas las religiones. En nombre de la nación, le doy la más calurosa bienvenida”.

 

“Nos satisfacen las estrechas relaciones entre la Santa Sede y Cuba que se han desarrollado sin interrupción durante 76 años siempre basadas en el respeto mutuo”, agregó Castro.

 

El Papa replicó diciendo que aún faltan “muchos aspectos” por avanzar en las relaciones entre la iglesia y el estado cubano, “especialmente por cuanto se refiere a la aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad”, dijo Benedicto en su discurso de arribo.

 

“Uno de los frutos importantes de aquella visita (de Juan Pablo II) fue la inauguración de una nueva etapa en las relaciones entre la Iglesia y el estado cubano, con un espíritu de mayor colaboración y confianza”.

 

Tras la visita, la Navidad fue declarada nuevamente un festivo nacional.

 

Benedicto XVI se desplazó desde el aeropuerto de Santiago hasta la sede del Arzobispado en su Papamóvil mientras miles de personas lo saludaban a ambos lados de la vía.

 

En estos momentos oficia una misa en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, la más grande de la ciudad, y a continuación recorrerá en carro la distancia que lo separa del poblado de El Cobre.

 

“Es un momento emocionante para mí”, dijo emocionada con los ojos húmedos Irena Abreu, de 26 años a la AP. “Estaré mas cerca de Dios”.

 

“El pueblo cubano lo necesita”, dijo Jorgelina Guevara, un ama de casas de 59 años mientras el sol se ocultaba y el intenso calor empezaba a ceder. “El es el vicario de Cristo, su mensajero”.

 

Allí pasará las primeras horas del martes en oración a la Virgen de la Caridad, aparentemente en un evento cerrado, y se dirigirá al aeropuerto para viajar a La Habana, ciudad dónde culminará su gira el miércoles.

 

La estatua de la Virgen de la Caridad del Cobre llegó a la plaza en una caja de vidrio transparente sobre el techo de una camioneta blanca mientras las personas agitaban banderas amarillas y blancas.

 

María Elisa León, de 58 años, junto a una compañera de trabajo, afirmó que era “creyente pero también revolucionaria”.

 

“Es bueno que nuestro gobierno le permitiera al Papa venir para que vea que en Cuba no sucedes las cosas que dicen en el exterior los enemigos nuestros”, dijo León.

 

La plaza está acondicionada para recibir a unas 200.000 personas, según la información de los organizadores y se prevé que autobuses de otras localidades del oriente del país lleguen para el evento.

 

Las autoridades permitieron hoy que los trabajadores se ausentaran por algunas horas de sus centros de trabajo.

 

En las inmediaciones de la catedral y las zonas céntricas se observaban algunos carteles dándole la bienvenida a Benedicto XVI.

 

“Yo trabajo en una farmacia, nosotros le damos servicios a la población, no se interrumpe el servicio pero los compañeros van a participar del cordón de recibimiento, de ahí vamos a la misas en la plaza… es un honor para todos los santiagueros recibir nuevamente a un Papa”, dijo Juana García, de 36 años, a la Associated Press.

 

“Se prepararon todas las condiciones y estamos orgullosos de recibirlo aquí”, dijo a la AP Humberto Sabignes, un trabajador de 40 años que aguardaba en las inmediaciones de la plaza.

 

Por la noche del domingo y madrugada del martes jóvenes católicos del oriente del país se reunieron en una parroquia para una vigilia, rezaron, oraron y festejaron su arribo a tierras santiagueras.

 

“La gente necesita esperanza en Cuba, de una vida más digna, más de Dios y esperan eso del Papa, un mensaje de aquello que ya predijo Juan Pablo II, que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba y que los cubanos seamos protagonistas de nuestra historia”, dijo el sacerdote Rolando Montes de Oca, uno de los responsables de la actividad.

 

Castro aprovechó la visita papal para insistir en las críticas al embargo estadounidense. “La potencia más poderosa que ha conocido la historia ha intentado despojarnos, infructuosamente, del derecho a la libertad, a la paz y a la justicia”, dijo.

 

Aunque el viceministro de Turismo, Alexis Trujillo aseguró que la isla no registró un crecimiento sustancial del turismo extranjero a raíz de la visita del papa Benedicto XVI, centenares de peregrinos estadounidenses llegaron, muchos de Miami, para participar en la misa en Santiago y luego planean ir a La Habana.

 

Perseguida durante los años 60 tras el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959, cuando muchos sacerdotes se convirtieron en militantes de grupos contrarrevolucionarios, la iglesia quedó al margen del poder y de la vida social de la nación caribeña.

 

Se nacionalizaron las escuelas religiosas, se expulsaron a los prelados de los hospitales y se eliminó su presencia de los medios de comunicación. En 1959, había 700 sacerdotes para seis millones de habitantes en Cuba. Actualmente hay 300 para 11,2 millones.

 

Pero desde comienzo de los 90, una apertura religiosa volvió a darle aliento a las iglesias, entre ellas a la católica.

 

Ya desde comienzo de los 90 se eliminaron las referencias al ateísmo en la Constitución y se aceptaron a los católicos y otros creyentes en el seno del Partido Comunista.

 

El gobierno cubano permitió la construcción de un seminario, a cuya inauguración asistió el presidente Castro al tiempo que se restauraron algunas parroquias, pero con todo los católicos están lejos de ser mayoritarios en la isla y se calculan que son un 10% de la población