El Papa Benedicto XVI exhortó hoy a los cubanos a dar “nuevo vigor a su fe” y luchar “con las armas de la paz, el perdón y la comprensión” para construir “una sociedad abierta y renovada”.

 

“Una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios”, agregó este lunes al oficiar una misa en la ciudad oriental de Santiago de Cuba, en presencia del presidente cubano Raúl Castro.

 

Ante una impresionante multitud que llenó la Plaza Antonio Maceo y lo aclamó, dijo que Cuba tiene necesidad de “su unidad, de su capacidad de acoger la vida humana, especialmente la más indefensa y necesitada”.

 

El obispo de Roma, quien llegó la tarde del lunes procedente de México, consideró conmovedor “ver cómo Dios no sólo respeta la libertad humana, sino que parece necesitarla”.

 

“Dios nos ha creado como fruto de su amor infinito, por eso vivir conforme a su voluntad es el camino para encontrar nuestra genuina identidad”, manifestó el pontífice, quien llegó a la amplia explanada en su “papamóvil”.

 

El Papa ratificó que “en su proyecto de amor, desde la creación, Dios ha encomendado a la familia fundada en el matrimonio la altísima misión de ser célula fundamental de la sociedad y verdadera Iglesia doméstica”.

 

Elogió el fervor con el que la Virgen de la Caridad del Cobre “ha sido saludada e invocada por tantos cubanos, en su peregrinación por todos los rincones y lugares de la isla” el año pasado.

 

 

Benedicto XVI fue precedido en el uso de la palabra por el arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Dionisio García Ibáñez, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

 

Garcia dijo que este es un pueblo de culturas y orígenes diversos que recela “de toda injerencia foránea” en sus asuntos, y se siente comprometido “en lograr (…) una república próspera, incluyente y participativa”.

 

Agregó que también hoy “estamos empeñados en conseguir que el bienestar y la justicia lleguen a todos. Somos un solo pueblo, pero con pluralidad de criterios en la búsqueda de un futuro mejor”.

 

Pero señaló que a lo largo de la historia, este empeño común se ha visto oscurecido “por los egoísmos, la incapacidad de dialogo y de respeto al otro, la presencia de intereses ajenos a los nuestros, la exclusión y la intolerancia”.

 

“Hemos llegado a la violencia entre cubanos que hace sufrir a todos, hiere la dignidad, no beneficia a nadie y dificulta el verdadero desarrollo material y espiritual de nuestro pueblo”, indicó.