El 29 de julio del año pasado, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer los resultados de la medición de la pobreza en México y en los estados del país para los años 2008 y 2010. Esta medición oficial tiene un enfoque multidimensional; es decir, reconoce que la pobreza es un flagelo social que tiene muchas aristas, pero también muchas causas. Es sabido que cuando hablamos de pobreza no solo viene a nuestra mente la escasez de recursos económicos, sino también una condición de carencia en diferentes satisfactores y condiciones de vida. Es por eso que la medición de la pobreza, con este enfoque multidimensional, nos permite conocer en sus diferentes caras este fenómeno tan lacerante de la sociedad mexicana.

 

 

Pero ¿qué es lo que nos dicen los números del Coneval? Fundamentalmente tres cosas: a) en cuanto a coberturas de servicios básicos en la vivienda, condiciones de la vivienda, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social y educación se observan algunos avances; b) en cuanto a los recursos económicos y el acceso a la alimentación de las familias pobres se presentan retrocesos, y, por lo tanto, c) un incremento de la pobreza en el país de 44.5% lo que equivale a 48.8 millones de personas en 2008 a 46.2% equivalente a 52 millones de personas en 2010.

 

 

De los avances se puede destacar el esfuerzo de todos los mexicanos para ampliar la cobertura en servicios de salud, en educación y en electricidad, que de acuerdo con los indicadores de la medición de la pobreza, son los que mayores avances positivos han tenido. Sin embargo, mucho queda por hacer en cuanto a la calidad de éstos y otros servicios.

 

 

En cuanto a los retrocesos en los indicadores económicos la problemática es más compleja, ya que por sí misma representa la confluencia de muchos factores, tales como el entorno económico internacional, la falta de creación de empleos y la calidad de los mismos a nivel nacional, la caída del valor real de los ingresos debido a la inflación de los precios de los alimentos y la falta de acceso a la alimentación de un amplio sector de la población mexicana provocada por los altos precios y la escasez de los mismos.

 

 

En conjunción, estos factores dan como resultado un incremento de la pobreza en México, en donde el peso que tiene el deterioro económico no se compensa con la ampliación de la cobertura de otros servicios y goce de otros derechos sociales. Este resultado es muy importante para poder entender el fenómeno de la pobreza y así comprender también qué se debe hacer para poder combatirla con mayor éxito.

 

 

En primer lugar se requiere un cambio en la forma de pensar de aquellos encargados de hacer la política pública, los resultados están a la vista. Si bien la política social implementada hasta ahora ha permitido mejorar las condiciones de vivienda y acceso a algunos servicios, como los educativos y de salud, para muchos mexicanos (no así para todos) se observa también una situación en la cual las condiciones económicas son determinantes en el incremento de la pobreza. ¿Qué hace falta entonces? Una visión sistémica de la política pública orientada al combate de la pobreza. Acciones de política económica también repercuten en el combate a la pobreza. Generar empleos mejor remunerados y de mayor calidad, políticas de industrialización en la producción de alimentos con procesos productivos ecológicamente sustentables, fortalecimiento de los mercados internos, por ejemplo, deben formar parte de una política integral de combate a la pobreza.

 

 

En segundo lugar, poner más atención a la calidad de los servicios públicos. Actualmente se comenta mucho la baja calidad de los servicios educativos, lo cual afecta el posible éxito que programas como Oportunidades puedan tener, ya que condicionan los apoyos económicos al hecho de que los niños asistan a la escuela. Si a pesar de eso ocurre que el profesor no asiste, las condiciones de la escuela son deplorables, etc., la formación académica de los niños será insuficiente para conseguir trabajo cuando se inserten al mercado laboral. ¿Y qué decir de los servicios de salud y de la disponibilidad efectiva de agua? Por ejemplo.

 

 

En tercer lugar, una mayor participación ciudadana. Pero ¿cómo?, exigiendo. Los derechos sociales consagrados en la Constitución y en la Ley General de Desarrollo Social son exigibles por parte de cada mexicano. Como ciudadanos debemos exigir el cumplimento de nuestras aspiraciones sociales como individuos y como país. Debemos como individuos exigir que el maestro asista a dar clases y dé una educación de calidad, debemos reclamar cuando no recibimos una atención médica adecuada, y en todo caso, exigir que existan los mecanismos adecuados para que nuestra voz individual como ciudadanos sea escuchada y atendida. Una ciudadanía más participativa nos hace falta.

 

 

Muchas son las buenas ideas que se vierten para poder ser un mejor país, y sin duda urgentes son aquellas que se han planteado para poder resolver el grave problema de la pobreza de los mexicanos. De todas ellas valdría la pena intentar poner en marcha al menos una.

 

 

*Profesor en el EGAP – Tecnológico de Monterrey. minorcampa@gmail.com

**Licenciado en Economía egresado de la Universidad Iberoamericana. rodrigoarandabalc@gmail.com