En los últimas cuatro décadas, la cantidad de dinero que de forma ilícita ha abandonado el país hacia potencias económicas, empresas fantasmas y paraísos fiscales, supera el billón de dólares, lo que convierte a México en el segundo país subdesarrollado con el mayor volumen de dinero lavado en el mundo.

 

Así lo reveló la firma Global Financial Integrity (GFI), al dar a conocer ayer los detalles de su estudio denominado “México: Flujos financieros ilícitos, desequilibrios macroeconómicos y economía sumergida”, el cual realizó una estimación del dinero desplazado ilegalmente desde 1970 hasta el 2010.

 

El director de la institución estadunidense, Raymond Baker, sostuvo que se movilizaron de formal ilegal 872 mil millones de dólares de México hacia el extranjero en cuatro décadas, de acuerdo con los datos sustentados por instituciones financieras y del Fondo Monetario Internacional.

 

“Sin embargo, debemos de reconocer que se trata de una cifra extremadamente conservadora; si tuviéramos que contabilizar el dinero que también se paga en efectivo, seguramente la cantidad superaría el billón de dólares (un millón de millones de dólares)”, apuntó.

 

De acuerdo con los datos de GFI sustentados estadísticamente, el flujo del dinero ilícito trasladado hacia el exterior y que proviene principalmente de la evasión de impuestos, las ganancias del crimen organizado y la corrupción, se ha incrementado de forma exponencial década con década.

 

De esta forma, durante los 70 se desplazaban tres mil millones de dólares ilegalmente al año; en los 80 el promedio fue de ocho mil millones; en los 90, 17 mil millones, y en la última década, el promedio se ha disparado a 50 mil millones de dólares anuales.

 

La cantidad de dinero desplazado ilegalmente hacia el exterior en los últimos diez años, subraya el análisis, prácticamente equivale al 6% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, lo que representa una pérdida masiva de dinero para cualquier país en desarrollo.

 

De acuerdo con Sarah Freitas, coautora del estudio, este incremento que calificó de “alarmante” ubica a México en el segundo sitio de un total de 160 economías emergentes analizadas por la firma en materia de flujo ilícito de efectivo, sólo debajo de China y por encima de Rusia.

 

El análisis detalla, además, que en estas cuatro décadas, el 73.7% del dinero movido de forma ilícita a través de instituciones financieras, fue desplazado mediante la llamada “facturación fraudulenta”, que consiste en establecer “subprecios” o “sobreprecios” a diversas mercancías o materiales, dependencia de si se trata de una operación de importación o exhortación.

 

Urge transparencia

El director del GFI advirtió que el desplazamiento de dinero ilegal es un problema trasnacional que debe ser combatido con mecanismos orientados a transparentar cualquier tipo de operación bancaria que pueda ser considerada sospechosa, y acabar así con los “paraísos fiscales” y las “empresas fantasmas”.

 

En este contexto, consideró que México tiene una “excelente oportunidad” en la próxima reunión del G-20 donde fungirá como anfitrión, para urgir a los principales países desarrollados y en viñas de desarrollo, que se acuerden mecanismos orientados a terminar con la impunidad legal con la que operan los lavadores de dinero y evasores de impuestos.

 

“Es tiempo de acabar con las llamadas empresas fantasmas y los paraísos fiscales donde se asientan, hay que evidenciar quienes son los dueñas de cada una de la cuentas bancarias, no se trata de nada complicado, solo que persona, empresas u organización hay detrás de cada cuenta”, subrayó Baker.

 

El titular de la firma consideró que también es clave la relación directa entre México y los Estados Unidos, países que carecen de un mecanismo para el intercambio automático de información en materia fiscal.

 

“Sabemos que Agustín Carstens envió hace dos años, cuando se desempeñaba como secretario de Hacienda, una misiva al Departamento del Tesoro de los EU, urgiendo que se trabajara en este sentido tal como se hace con Canadá, pero nada ha pasado desde entonces”, señaló.

 

Y es que para el economista y director de la firma, los países en desarrollo también tienen una importante responsabilidad en el tema del lavado de dinero, pues muchos de ellos continúan manteniendo su política de “puertas abiertas” en relación con el dinero que ingresa a sus sistemas financieros.

 

Mientras no exista un esfuerzo homologado, puntualizó Baker, dictadores, terroristas y narcotraficantes, continuarán encontrando espacios para mover sus ganancias y por ende, continuar con sus actividades que ponen en riesgo no solo a un país, sino a la comunicad internacional en su conjunto.