A partir del análisis de Eurasia, se considera efectivamente que 2012 es un parte aguas, se acaba con la guerra en contra del terrorismo como eje rector de la política exterior de Estados Unidos, país que influye directamente en la política exterior de prácticamente todo el mundo.

 

La nueva agenda de la política internacional se centra en el declive de viejos factores de poder y el ascenso de nuevos, con diferentes conflictos aparejados en los que se traslapan la política y la economía. Se puede vislumbrar una era mucho más complicada, con múltiples retos en materia de seguridad y una incertidumbre omnipresente. En este proceso confluyen tres importantes eventos interrelacionados con repercusiones para todos los países:

 

1. Los mercados emergentes, principalmente de Asia, con China a la cabeza, se convierten en el principal motor de la economía mundial.

 

2. Las naciones desarrolladas enfrentan una crisis estructural, que inicia con el estancamiento japonés y empieza a tocar fondo con la profunda crisis de la Europa comunitaria pasando por los profundos problemas fiscales y económicos de Estados Unidos. En los tres casos, las decisiones políticas son determinantes para el desarrollo económico, situación que no ocurría desde la II Guerra Mundial.

 

3. Se está dando un reequilibrio mundial entre los países desarrollados y en desarrollo, en beneficio de estos últimos.

 

Ante estas circunstancias, los demás conflictos pasan a segundo plano, ya sea la siempre tensa situación en Medio Oriente, con el permanente enfrentamiento entre palestinos e israelíes, las aspiraciones nucleares de Irán, la disputa por la hegemonía en la zona entre Turquía, Irán y Arabia Saudita o el rumbo que pueden tomar los gobiernos que surgieron de la primavera árabe.

 

Para América Latina en general y México en lo particular, pese a sus propios problemas, el escenario puede ser menos crítico al comparar su situación con la que viven las principales economías del mundo, lo que permite a la región, incluso a México, mirar al futuro inmediato con moderado optimismo.

 

El Pacífico desplaza al Atlántico

La situación económica de Estados Unidos es delicada: Su deuda pública y déficit fiscal son muy altos, cuestiones ambas que repercutirán en el crecimiento económico y en el bienestar de la población. Se podrían anticipar conflictos sociales en respuesta a los ajustes por venir y probablemente se verán más Indignados en las calles.

 

Los vecinos del norte se concentrarán en una muy álgida disputa electoral, lo que llevará a que las decisiones difíciles se pospongan hasta que pasen las elecciones, mientras tanto se vivirán las consecuencias originadas por la crisis de Europa y, paralelamente, se iniciará un esfuerzo importante para lidiar con el ascenso de China.

 

La creciente influencia política y económica de China en la región asiática es favorable, pero genera la preocupación de caer bajo la hegemonía de este país, incluso se mantiene latente el riesgo de que se presenten conflictos armados por problemas limítrofes en el Mar de China con Vietnam y Filipinas, lo que podría arrastrar a Estados Unidos a intervenir en un conflicto militar directo con China.

 

Los riesgos de Europa

El mayor riesgo para Europa no es la fragmentación o la desintegración del proyecto comunitario, sino el gradualismo con que sus líderes están enfrentando sus problemas. Mientras los mercados ven como una solución a los problemas de deuda y déficits fiscales una intervención decidida y medidas estructurales que permitan la conservación del proyecto europeo, los principales líderes políticos no lo ven así; especialmente Alemania que insiste en la austeridad y en reformas políticas para la unión fiscal como el único camino para salir de la crisis, lo que hará más difícil y tortuoso el ajuste y enfrentará a los estados centrales con los periféricos. Se afectará el crecimiento de toda la zona y dañará la confianza en los mercados y las corporaciones europeas. Una posible quiebra de importantes bancos en Francia, Italia e incluso Alemania es un escenario plausible.

 

La crisis europea tendrá repercusiones en toda la economía del mundo, desacelerando su crecimiento, de ahí el interés de Estados Unidos en su solución y recomendación de gastar más para incentivar el crecimiento, lo opuesto a la línea impulsada por Alemania. Cabe destacar que Estados Unidos registra números positivos en materia de crecimiento y reducción del desempleo contrariamente a lo que se está consiguiendo en Europa.

 

La inminente recesión en Europa afectará el débil crecimiento de Estados Unidos y por tanto también a México, ambos en medio de procesos electorales fundamentales. ¿Qué tan graves serán los impactos? Será una cuestión que queda por verse, sin embargo, es un hecho que habrá un menor crecimiento para la economía mexicana, tan dependiente del país vecino y damnificada también por la crisis de la eurozona.

 

Sergio Aquiles González es maestro en Administración pública, dedicado al análisis de políticas públicas.

 

sergioaquiles@gmail.com