La muerte del líder norcoreano Kim Jong-il ha despertado incertidumbre en la comunidad internacional, que se debate entre el temor a un endurecimiento del conflicto nuclear y la débil esperanza de que sirva para la apertura del hermético régimen de Pyongyang.

 

La alarma es generalizada entre sus vecinos, en especial Corea del Sur, pues ambas naciones se encuentran técnicamente en guerra después de que el conflicto que las enfrentó (1950-1953) terminara con un armisticio y no con un Tratado De Paz.

 

Poco después de conocerse el fallecimiento, el presidente surcoreano, Lee Muyng-bak, y el de EEUU, Barack Obama, acordaron mantener una estrecha vigilancia sobre Corea del Norte y cooperar para afrontar la nueva situación, según la agencia oficial Yonhap.

 

Lee canceló todos sus actos oficiales y declaró a su Gabinete en estado de emergencia, mientras el Estado Mayor Conjunto del país puso a todas las unidades del Ejército en alerta e incrementó la vigilancia a lo largo de la frontera junto a las Fuerzas Combinadas con EEUU, aunque no se han observado actividades inusuales.

 

El mandatario pidió a los surcoreanos mantener la calma. “El Gobierno cooperará estrechamente con la comunidad internacional para mantener la paz y la seguridad en la península coreana”, les dijo.

 

El ministro portavoz japonés, Osamu Fujimura, mostró las condolencias niponas por esta “repentina muerte”, con la esperanza de que “no afecte a la paz y la seguridad en la península coreana”.

 

Fujimura confirmó que Japón se enteró de la muerte de Kim, al igual que EEUU, “a través de la televisión norcoreana”, que hizo público el anuncio hoy a las 12.00 hora local (3.00 GMT).

 

Tras la reunión de altos mandos de seguridad nacional convocada por el primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, se ordenó “fortalecer las comunicaciones” con EEUU, China y Corea del Sur, mientras el ministro de Defensa, Yasuo Ichikawa, pidió a los altos mandos de las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) que estén atentos.

 

El Gobierno chino, uno de los pocos aliados de Pyongyang, se mostró “impactado” por la muerte de un “buen amigo” y dijo que seguirá apoyando a Corea de Norte para “salvaguardar la paz y la estabilidad” en la región.

 

El portavoz de Exteriores chino Liu Weimin mostró la confianza de Pekín en que los norcoreanos “conviertan su tristeza en fuerza y avance en su causa social”, pero declinó comentar el nombramiento de Kim Jong-un como nuevo líder y tampoco reveló quien representará al Gobierno chino en el funeral de su padre, el próximo día 28.

 

Desde Rusia, otro de los pocos “amigos” del régimen norcoreano, Dimitri Medvédev envió sus condolencias a Kim Jong-un por la muerte de su padre, según una escueta nota oficial.

 

Poco antes, el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, declaró, en la primera reacción de Moscú, que su país espera que la muerte de Kim no afecte a las “relaciones de amistad” con Pyongyang.

 

Hace sólo tres meses, Kim Jong-il visitó Rusia y se reunió con Medvédev, en una base militar en la república siberiana de Buriatia.

 

El Reino Unido pidió al nuevo liderazgo de Corea del Norte que trabaje “por la paz y la seguridad en la región” y que participe en negociaciones para la desnuclearización de la península coreana.

 

“Es un momento difícil” para los norcoreanos, según el ministro británico de Exteriores, Willian Hague, pero también puede marcar “un punto de inflexión” para “reconocer que la implicación con la comunidad internacional ofrece las mejores perspectivas para mejorar la vida” de sus ciudadanos.

 

Francia se mostró “vigilante” ante la muerte y la sucesión de Kim Jong-il y expresó la esperanza de que el pueblo norcoreano “pueda recuperar su libertad algún día”, según su ministro de Exteriores, Alain Juppé.

 

“La muerte de un hombre no es nunca motivo de alegría, pero el sufrimiento de un pueblo me entristece”, aseguró Juppé, antes de añadir que “hay que continuar con el diálogo nuclear” con Pyongyang.

 

El Gobierno alemán, por su parte, instó a los sucesores de Kim a iniciar un proceso democratizador y a mejorar las condiciones de vida de la población.

 

“Nuestras expectativas son que la situación económica de la población mejore y que las autoridades luchen contra el hambre”, aseguró un portavoz del Ejecutivo, que abogó por que los nuevos dirigentes “detengan el programa nuclear” iniciado por Kim Jong-il.

 

En Camberra, el ministro de Exteriores australiano, Kevin Rudd, instó hoy a los gobiernos de la región a mantener la calma ante la “ambigüedad e incertidumbre” provocada por la muerte de Kim Jong il.

 

Además, consideró que es una gran oportunidad para que Pyongyang establezca plenos contactos con la comunidad internacional, mejore su economía para solucionar la hambruna de su pueblo y resuelva en conflicto provocado por su programa de armas nucleares.

 

También el primer ministro neozelandés, John Key, expresó que la muerte de Kim Jong-il generará preocupaciones respecto al futuro del país asiático, aunque confió en una transición pacífica y en que se mejoren las perspectivas de futuro para el pueblo norcoreano.