Durango.-  La sequía que hoy enfrentan habitantes de Durango se parece a la de  hace 89 años, “una aridez así no la habíamos vivido desde 1957, cuando yo tenía 27 años”, recuerda a sus 80 años Alfredo Flores Ochoa.

 

La sequía y el estiaje en la región afectó al ganado de Alfredo, dice que él “tenía unos  20 animales, reses y cabras; hoy sólo me quedan cinco. Sembré maíz, avena y frijol, pero no nació nada”.

 

Ante la desesperación que provoca la sequía presente desde hace varios meses, este octagenario y demás habitantes del ejido El Pasaje exigen a las autoridades les lleven agua a la comarca “nos vamos a morir de sed y hambre hasta nosotros también”, expresaron.

 

A 35 kilómetros de la capital está el poblado Carlos Real, pertenece al municipio de Durango, los habitantes de ese lugar  comentaron “por aquí hay muchos cementerios de esos. Y como también las aves carroñeras  andan con hambre, pues no enterramos los cadáveres de las reses. Ahí los dejamos para que otros animales se los coman”.

 

Camino al poblado, abundan los restos de amínales, es frecuente encontrar huesos blanqueados y pitones. Es claro cuando las reses han reventado por la sed y el hambre, todavía se ven pelambres y fiambres putrefactos. Sus panzas y entrañas al aire son nauseabundas, describieron los afectados.

 

 

A la baja el precio de la carne

 

Juan Heriberto Quiñones, presidente de la Unión Ganadera Regional de Durango, estimó que de un hato de un millón 200 mil cabezas han muerto 25 mil. Con el agotamiento, el animal pierde peso, en consecuencia, el precio de kilogramo en pie va en picada, hasta 5 pesos o menos, cuando en el pasado fluctuaba entre los 14 y 18 pesos el kilo.

 

Felipe Neri observa a la distancia a 11 reses, propiedad de su padre, que pastan en zona federal a la vera de la carretera libre Durango-Torreón, Coahuila.  Felipe lamentó que “el precio del animal bajó mucho, ta’ muy barato, a cinco pesos el kilogramo en pie”.

 

Unos 300 metros atrás, Rafael Maldonado y Juana  Nevares comparten la misma experiencia, ellos relataron  “vendí  5  a 8 mil pesos, cuando en época normal me hubieran pagado 38 mil”.

 

El impacto de la sequía se extendió a la ciudad. Testimonios de comerciantes del mercado de Gómez Palacio, dicen que al disminuir la presencia de alacranes por la falta de humedad, aumentó el precio de los animalillos disecados empleados para confeccionar los característicos souvenirs.

 

Gaby Cisneros, propietaria de un comercio de artesanías, platica que “la capsulita de cristal en la que viene el alacrán, para hacer los llaveros y ceniceros, pasó de tres a cinco pesos. Y en suma, la situación está muy mala, porque este año no hubo producción en el campo”.

 

 

Jesús Reséndiz vende chile pasado o deshidratado, en un puesto junto al local de Gaby Cisneros, él estimó que el kilo del producto subirá entre 80 y 90 pesos para llegar a los 300.

 

La producción de miel de abeja, según reportes oficiales, cayó también en un 90% en lo que va del año a causa de la aridez. Anualmente la producción regular en Durango es de unas 350 toneladas y en 2011 se estiman que alcanzará 20 toneladas.

 

El acaparamiento de frijol, maíz y patoles (especia de alubia) es otro de los efectos de la sequía. Entre  Sombrerete y Fresnillo, son visibles los letreros en grandes naves o almacenes que dicen: “se compra frijol”.