El trabajo doméstico no remunerado en el país representa 21.7% del Producto Interno Bruto (PIB) y es realizado mayoritariamente por mujeres sin que obtengan reconocimiento alguno. De acuerdo con el estudio Valor Económico del Trabajo Doméstico en México, las labores domésticas tienen mayor valor económico que lo generado por industrias como la manufacturera y de comercio.

 

Según el estudio la industria manufacturera aporta el 16.51% del PIB y el sector comercio representa 14.22%.

 

Mercedes Pedrero Nieto, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, explicó que la falta de pago a la labor doméstica que se emprende en casa representa un problema social donde se mezclan estereotipos de género con una falta de políticas públicas enfocada a mejorar la calidad de vida de las personas.

 

Para la investigación, la académica de la UNAM  tomó como referencia la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), en estas identificó que la cuarta parte del trabajo doméstico no remunerado es realizado por mujeres.

 

De las 75 horas  y 43 minutos que las mujeres destinan a la semana para trabajar, 35 horas y media las invierte en realizar labores domésticas, las otras 32 horas las dedican a actividades remuneradas.

 

En cambio, los hombres, de las 60 horas que emplean en algún tipo de actividad,  casi 12 horas las dedican a labores domésticas y poco más de 48 horas a un trabajo por el cual percibe un pago.

 

“¿Qué pasa?”,  se preguntó Pedrero Nieto al comentar que a pesar del cambio en la dinámica demográfica y social, en el ámbito cultural el país sigue igual “estamos todavía con los estereotipos de género muy marcados”.

 

La información de su estudio expone que una hija o nieta dedica en promedio 22 horas en labores de la casa mientras que un hijo o nieto sólo nueve horas en promedio. Una mujer casada dedica en promedio 51 horas para  la atención del hogar, en cambio el hombre  12  horas.

 

La situación es casi la misma en personas solteras o que viven en unión libre. A diferencia del hombre, la mujer destina el doble del tiempo en labores del hogar.

 

Bajo esta dinámica la investigadora observa que la mujer al tener poco tiempo para actividades distintas a las del hogar no tiene tantas oportunidades para leer, conversar o prepararse.  Con esa actividad laboral extra, comentó, es imposible que una mujer pueda realizar actividades complementarias para su persona una vez concluida su jornada en el mercado laboral comercial.

 

“Hoy 40% de las mujeres trabajan pero eso no se ha traducido en que cambie su dinámica familiar  ni dejen de hacer labores domésticas”, observó  la investigadora CRIM.

 

Actualmente las mujeres, agregó, deben continuar atendiendo tareas como la preparación de alimentos que es donde más tiempo invierten. Limpiar la vivienda, lavar y planchar ropa son otras de las tareas en casa que les ocupan demasiadas horas y donde los hombres escasamente participan.

 

La gerencia del hogar, entendida como atender el pago de servicios, tarjetas, colegiaturas y demás saldos a liquidar en casa, es otra acción que significa tiempo incluso para traslados.

 

Cuidar a los niños, discapacitados e incluso personas mayores, así como transportar a los integrantes del hogar junto con apoyar a otros hogares como el de parientes, también son labores domésticas que pocos cuentan económicamente hasta que se paga por ellas, dice Pedrero Nieto.

 

Es por ello que en su investigación la catedrática compara cada una de estas acciones con el precio que en el mercado se paga por actividades similares o guales.

 

Al comparar su costo, el estudio revela que  el total de horas destinadas a actividades domésticas representa un monto equivalente a 21.70 del PIB generado en el 2009. “¿Qué pasaría si hubiera una huelga general de trabajo doméstico?”, cuestionó Mercedes Pedroza al señalar que significaría buscar recursos para aumentar el PIB en 20% más para salvar todos esos servicios.