CANNES. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, viajó ayer a la cumbre del G-20 donde instará a los europeos a que pongan en marcha lo antes posible su plan de rescate ante los últimos acontecimientos en la crisis de la deuda en la zona euro.
 
Minutos después de aterrizar el avión, Obama tiene en su agenda sendas reuniones bilaterales con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, los líderes de los dos principales países de la eurozona.
 
Ante la inesperada iniciativa de Papandrweu, Obama transmitirá a su llegada el mensaje de que “los europeos tienen que desarrollar más y poner en marcha rápidamente las decisiones que tomaron la semana pasada”, según declaró el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
 
“Sigue siendo verdad que los europeos tienen la capacidad de hacer frente a esta crisis y tienen que poner en marcha las decisiones tan importantes que tomaron la semana pasada para permitir una resolución concluyente” al problema, indicó el portavoz.
 
Pero aunque, a juicio de la analista Heather Conley, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), “ha llegado la hora decisiva”, Obama no puede permitirse el lujo de aparecer dando lecciones.
 
El presidente molestó de sobremanera a los europeos el pasado septiembre cuando acusó a los líderes del continente de “asustar al mundo” con la crisis. Estos mismos líderes recordaron en su día que EU tampoco había dado un gran ejemplo el pasado verano, cuando la Casa Blanca y el Congreso se enzarzaron en una grave disputa sobre el techo de la deuda del país.
 
Los europeos no esperan grandes soluciones por parte de Obama. Uno de los principales aspectos del plan europeo es la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) hasta un billón de euros para proteger a los países amenazados por la crisis. Estados Unidos  no tiene el apetito -ni el dinero- para participar en ese fondo, en momentos en los que el Congreso impone drásticos recortes presupuestarios.
 
Sí podría intervenir, no obstante, a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), según ha apuntado la subsecretaria del Tesoro para Asuntos Internacionales, Lael Brainard, quien indicó que “seguiremos apoyando que el FMI tenga un papel muy importante en la colaboración con Europa a medida Europa da pasos para atajar su crisis”.
 
Sobre una posible colaboración de China, Washington rechazó esta posibilidad, al considerar que en su lugar, China “puede hacer una enorme contribución mediante su propio consumo “, declaró Brainard.
 
Además de la crisis europea, EU pretende abordar otras cuestiones, como la cotización del yuan -que dominó la pasada cumbre del G-20 en Seúl- y la reforma financiera.
 
Obama también dedicará su atención en Cannes a una reunión bilateral con la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, para tratar de dar un nuevo impulso a la relación bilateral tras la reelección de la jefa de Estado al frente de su país.
 
El viernes, tras ofrecer una rueda de prensa a la clausura de la cumbre, el presidente estadounidense participará con Sarkozy en un acto para conmemorar el fin de la operación de la OTAN en Libia y rendir homenaje a los militares que participaron en ella.
 
Pero la mayor parte del tiempo, sin duda, Obama estará centrado en Europa, algo que los europeos -que en alguna ocasión se han lamentado de la atención que el presidente dedica a Asia en perjuicio del Viejo Continente- hubieran preferido que ocurriera en otras circunstancias.
 
Según Conley, “la UE cuenta con toda la absoluta atención de Obama ahora mismo -y no es una atención positiva”. (EFE)