Creados hace 20 años para estar a salvo de bandas de secuestradores, los cuartos de pánico van en aumento a lo largo y ancho del país debido a la violencia causada por la delincuencia organizada.

 

Antes se construían exclusivamente en grandes mansiones. Ahora, su demanda incluye viviendas de mediano tamaño, oficinas de gobierno y cuarteles policiacos bajo el riesgo de ser atacados.

 

Los clientes de estos cuartos de pánico son empresarios, familias con importante poder adquisitivo, la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF).

 

Y aunque son las más vulnerables, las policías municipales no los utilizan, porque el blindaje arquitectónico es costoso y en los ayuntamientos no se cuentan con recursos suficientes para su implementación.

 

De acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, en el país operan alrededor de mil 200 compañías de seguridad, de las cuales un centenar se dedican al blindaje de diseño, responsables de construir los cuartos de pánico y convierten viviendas y cuarteles policiacos en fortalezas impenetrables.

 

René Fausto Rivera, director de Distribuciones e Importaciones del Pedregal, admite que de los 20 años que tiene operando esta empresa en México, en el último lustro han aumentado sus clientes.

 

Sus principales clientes radican en el Distrito Federal, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Chihuahua y Tamaulipas.

 

En entrevista, explica que la alta demanda que tienen actualmente estos cuartos de pánico es porque la población ya ve a la seguridad como un acto de prevención y ya no como un acto de respuesta.

 

“Aquí lo que se busca es que la gente está cada día más consciente y preocupada por su seguridad. Lo que buscan es que utilizando los materiales más novedosos que existen en la industria del blindaje, que se adecuen al blindaje arquitectónico. Por eso lo que utilizamos son materiales básicamente balísticos e impenetrables”.

 

Uno de estos materiales, abunda, es policarbonato de 32 o 33 milímetros, el cual puede proteger de balas de pistola Magnum .44.

 

“Si los delincuentes decidieran utilizar hachas, se tardarían una hora en penetrarla, pero como un factor importante para la delincuencia es el tiempo, es imposible que le dediquen tanto tiempo a esta actividad”.

 

Además de esta empresa, operan en el país otras como VIP Protection México y muchas de ellas pertenecen a la Asociación Advancing Security Worldwide Capítulo México.

 

Estas empresas trabajan también para la PGR y la SSPF. Han blindado oficinas completas para el entonces Instituto Nacional para el Combate a las Drogas y más recientemente para las cuarteles de la Policía Federal en las ciudades más peligrosas del país.

 

De igual forma, fue protegida la sede de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), la que estaba en Plaza de la República, y algunas instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad del centro del país.

 

René Rivera sostiene que la ventaja de las construcciones en México con relación a las de Estados Unidos, es que aquí se utiliza concreto y varillas para crear estructuras más gruesas. Del otro lado de la frontera predominan los materiales prefabricados.

 

Respecto a los costos, el empresario considera que se trata de una inversión que puede ascender a cientos de miles de pesos o incluso a varios millones de pesos, dependiendo de lo que se quiera blindar, que puede ser únicamente una habitación o una residencia completa.

 

Sin embargo, revela que una puerta blindada puede ascender a 50 o 60 mil pesos. En un recorrido hecho por este diario se pudo constatar el blindaje de una residencia al sur de la Ciudad de México, el cual incluyó recámaras, ventanas y todo el perímetro, cuyos dueños pidieron que fuera impenetrable pero no balístico. Por ello, los materiales que dominan son el policarbonato y el acrílico de 9 milímetros.

 

“Tiene un costo alto, pero la gente ya valora más el costo de un secuestro, de un asalto o el de un susto psicológico. Hace apenas unos meses, una familia de Nuevo León evitó ser secuestrada, se encerró en una habitación, se quedó tranquila, llamó al número de emergencias y los secuestradores huyeron y no regresaron”.

 

 

 

 

Blindaje criminal

 

 

Una serie de detenciones durante los últimos cuatro meses indican que el crimen organizado también echa mano de blindaje para cuidar la integridad de sus integrantes, en especial de los capos de la droga.

 

Por ejemplo, el 23 de octubre, soldados de la Tercera Región Militar y la Novena Zona Militar aseguraron una bodega empleada como taller clandestino de blindaje artesanal, ubicada en el fraccionamiento Pedregal San Ángel, municipio de Culiacán, Sinaloa.

 

En el lugar se detuvo a 10 personas y se aseguraron cuatro vehículos blindados en forma artesanal, seis automóviles en proceso de ser blindados, seis unidades de diferentes marcas y modelos, una cuatrimoto, 200 gramos de la droga sintética conocida como “cristal”, dos armas largas, un arma corta, tres cargadores para diversas armas y 59 cartuchos de diferentes calibres.

 

El 6 de junio pasado, elementos del Ejército aseguraron cuatro camiones de volteo modificados, con blindaje artesanal, en operativos en Reynosa, Tamaulipas. Dichas unidades cuentan con acero balístico y rendijas por donde los narcotraficantes pueden sacar sus armas.

 

Un mes después, policías federales descubrieron en Fresnillo, Zacatecas, una bodega de “Los Zetas”, utilizada para crear vehículos de blindaje artesanal, mejor conocidos como “monstruos”.

 

El 3 de julio, tras su detención, Jesús Rejón Aguilar, “El Mamito”, líder de “Los Zetas”, confesó la existencia de un taller donde tenía de tres a cinco unidades blindadas, los cuales eran utilizados en enfrentamientos con grupos rivales o con las fuerzas federales.

 

 

COSTOS

 

–       El costo de un cuarto de pánico depende de sus especificaciones. Por ejemplo, uno con equipamiento básico, como cerradura de alta seguridad, reforzamiento de puerta y mirilla impenetrable cuesta 7 mil pesos.

 

–       Otra con puertas con acero balístico, cerraduras de alta seguridad y ventanas con policarbonato de nueve milímetros requieren de por lo menos 100 mil pesos.

 

–       Y finalmente alguna con teléfono satelital, pared antifuego y con acero balístico, puertas blindadas, ventanas impenetrables y con servicios de agua y electricidad independiente asciende hasta los dos millones de pesos.