Los pobladores de 20 comunidades de Otáez, Durango, en las cuales se concentran 7 mil de los 10 mil 725 habitantes de esa demarcación, padecen desde hace tres semanas desabasto de víveres, provocado por los asaltos a los camiones de Diconsa que abastecen esa región serrana enclavada en Las Quebradas.

 

La gente no tiene comida. Los choferes no quieren subir a Otáez, a la cabecera municipal Santa María de Otáez, ni a las localidades de El Alazán, Nuevo San Diego, así como a otras cinco.

 

Al último que se arriesgó a hacerlo le dispararon, la bala le rozó el pecho, y se incrustó en el asiento del copiloto. “Casi lo matan”, apunta uno de los pobladores de la cabecera municipal.

 

Su dicho es ratificado por el gerente de Diconsa de la delegación de la Secretaría de Desarrollo Social en Durango, Fernando Alvarado Ríos, quien revela que de 60 asaltos que ha tenido el área a su cargo durante lo que va del presente año en el estado, 20 han ocurrido en ese municipio.

 

“Nos roban el dinero que llevan los choferes y ya hemos pedido seguridad ante el secretario general de Gobierno, Héctor Vela, pero no nos han resuelto nada, así no podemos subir a abastecer las tiendas, porque no podemos seguir arriesgando a los choferes”, sentencia Alvarado Ríos.

 

El pasado 13 de octubre, el gerente de Diconsa sostuvo una reunión con el secretario general de Gobierno de Durango y con el secretario de Seguridad Pública estatal, Jesús Antonio Rosso, para pedirles seguridad para abastecer a las comunidades de Otáez.

 

El primero de los funcionarios se comprometió a que hablaría con el comandante de la Décima Zona Militar, Germán Javier Jiménez Mendoza, para que mandaran a esa zona soldados a vigilar, y que así pudieran pasar los camiones con víveres.

 

Han pasado casi dos semanas de ese encuentro, y no hay ninguna respuesta de que se les brinde seguridad a los choferes. “La afectada es la gente, tengo conocimiento de que algunas personas han ido a surtirse al almacén de Altares –una localidad de Otáez-, pero eso les merma la economía, porque tienen que gastar en desplazarse”, apunta Alvarado.

 

La cabecera municipal de Otáez, está a cinco horas de la capital de Durango, pero para llegar a sus comunidades más alejadas, hay que recorrer hasta 11 horas, de unas brechas estrechas, polvosas, por las que circulan varias camionetas de lujo, con hombres armados.

 

Desde hace casi un mes, el camino peligroso es el de Bajío de Vacas-Otáez; “ahí andan asaltando a los de Diconsa, les quitan todo, y uno se queda sin cosas para comer”, señala una mujer de esa región.

 

“La gente más afectada por el desabasto es la de las comunidades, porque aquí en la cabecera, le batallamos pero algo compramos, ellos no pueden está re caro, y ni como comprar en las tiendas de siempre, porque no hay mercancía”, dice al referirse a las tiendas de Diconsa.

 

Para el funcionario de Sedesol no hay posibilidades de restablecer el servicio mientras no exista seguridad, de ahí que no pueden abastecer las ocho tiendas que venden al mes un millón de pesos, en esa región, y abastecen a 20 comunidades.

 

Reitera que ya le entregó un mapa a las autoridades estatales, de donde “operan los rateros, que les quitan al dinero a los choferes de los camiones”.

 

Sentencia que no van a volver si no hay seguridad, porque ahí ya les mataron a un chofer que transportaba gasolina, por quitarle el combustible lo asesinaron.

 

 

Alcalde abastecido

 

Uno de los miles de afectados que habita en la cabecera de esa demarcación, establece que está por cumplir un mes sin comida suficiente, y que la tienda del alcalde vende las cosas, pero al doble de precio. Por ejemplo, el bulto de Maseca cuesta 70 pesos, pero ahora si lo quieren comprar les sale en 150.

 

El establecimiento, señalan los testimonios, es del edil perredista Jaime Estrada Corral. Es la única surtida, no saben “a qué santo le reza”, pero sus camiones son los únicos que no han atracado los asaltantes que interceptan los automotores que pretenden llegar con víveres.