Era 1999. El PRD se preparaba a elegir a su candidato presidencial. Venía de pasar una crisis interna muy fuerte, provocada por la renovación sus dirigencia: la sucesión de Andrés Manuel López Obrador en la presidencia del sol azteca.

 

Los aspirantes –Jesús Ortega y Amalia García- se hicieron pedazos. Ninguno cedió. Vino la anulación de la elección, el interinato y la incertidumbre entre los perredistas. La imagen del partido se derrumbó. Los perredistas iniciarían la contienda del 2000 con apenas 12% de las preferencias electorales.

 

Sabiendo cómo estaban en las encuestas, cuenta el senador Carlos Navarrete, todos cerraron filas con Cuauhtémoc Cárdenas: “Fue, sin duda, la candidatura de la gratitud, del respeto, del reconocimiento a lo que había hecho el ingeniero desde 1988”.

 

Llegó el 2 de julio de 2000. El guanajuatense recuerda: “Yo estuve en la casa de campaña de Cárdenas cuando el ingeniero decidió en su despacho salir a reconocer que (Vicente) Fox había ganado. No se congratuló de que Fox hubiese triunfado, no lo felicitó. Es más, esbozó su duda de que eso terminara bien: ‘Los resultados no me favorecieron, hay un giro en el país con otro partido, la derecha llega al gobierno, y no creo que sea lo mejor para el país. Pero vamos a ver, ésa fue la decisión de los electores’”.

 

El reloj marcaba apenas unos minutos después de las seis de la tarde. Navarrete estaba parado en esos momentos en la escalera de acceso a las oficinas de Cárdenas, en la casa de campaña de Polanco. Veía “cómo su gente lo arropaba, el largo aplauso de reconocimiento”. Pero en ese momento, el senador pensó: “Claro que sabíamos que esto iba a pasar, claro que teníamos conocimiento de cómo iba a terminar esta campaña”.

 

Pero independientemente de que lo supieran, cuenta, resultaba “doloroso” reconocer que lo que Cárdenas había iniciado en el 88, no lo viera coronado “y que doce años después, otro personaje fuera quien asumía el papel que a él correspondía”.

 

Poco después de las siete de la noche, Navarrete salió de la casa de campaña y se dirigió a la sede del PRD. Iba en su Dodge blanco modelo 97 por avenida Chapultepec cuando escuchó al entonces presidente Ernesto Zedillo, reconocer que el PRI había perdido la Presidencia y que Fox era el ganador.  Se hizo a un lado del carril, frente al acueducto, “para escuchar bien”.

 

La sensación era agridulce, refiere, porque una voz en su interior le martillaba: “Qué bueno, al fin el PRI está fuera de Los Pinos. Pero no somos nosotros…”, refiere en su libro “Carlos Navarrete de frente”.

 

Navarrete nunca se arrepintió de haber apoyado a Cárdenas en su tercer intento por alcanzar la presidencia de la República. El ingeniero, sostiene hasta la fecha, merecía “la candidatura de la gratitud, del respeto”.

 

Gemas

Regalo del diputado Porfirio Muñoz Ledo: “Aquí hay dos debates: uno es Chuayffet y otro es la revocación de mandato. Son dos debates distintos que están vinculados porque le queremos revocar el mandato a Chuayffet, y Chuayffet quiere impedir que nosotros incluyamos la revocación de mandato en la decisión de esta Cámara. Pero no es lo mismo”.

 

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