Estaba Ernesto Cordero ante una veintena de reporteros, pocos a decir verdad, en uno de los salones del Crown Plaza de la clásica zona blanquiazul ubicada en los alrededores del World Trade Center, cuando le soltaron una de esas preguntas que incomodan:

 

–Si la democracia se debe al PAN, como usted dice, ¿a quién le debemos el clima de violencia?

 

El buen talante y la sonrisa del ex secretario de Hacienda desaparecieron. De hecho, respingó y respondió veloz, con un tono agudo que parecía chirriar por dentro:

 

–¡A los delincuentes, a los criminales!

 

Algunos reporteros le tuteaban, como a Vicente Fox cuando andaba en campaña; se dirigían a él como “Ernesto” y él mismo así se presentaba. En el propio atril en que se apoyaba colgaba un letrero con su solo nombre de pila, Ernesto, y en los carteles que adornaban el salón se repetía éste mostrando al aspirante presidencial panista en mangas de camisa.

 

Sin embargo algo no entonaba. Ni los periodistas parecían sus cuates, ni Cordero transmitía ese tono familiar y de acercamiento que se pretende en los carteles publicitarios. Para colmo, medio sillerío vacío –de las cincuenta sillas dispuestas no se ocupó ni la mitad—producía una sensación desoladora.

 

Ante una escena así, pocos imaginarían al pasar que quien se encontraba en el podium en esos momentos era nada menos que uno de los precandidatos del partido en el poder, que quien ahí hablaba ante los medios es considerado el “delfín” de Felipe Calderón y mucho menos que pudieran estar viendo –en una de esas—al próximo presidente de la República.

 

Los reporteros hacían sus preguntas, varias sobre las famosas coaliciones. No era un tema que él, Ernesto Cordero, hubiera puesto en la agenda pero se veía obligado a entrarle aunque proviniera de la zona priista. Era la nota del día.

 

Apoyó de algún modo la postura de Manlio Fabio Beltrones vis a vis de la de Enrique Peña Nieto: “Es una mucho mejor idea que una cláusula de gobernabilidad que nos retrasaría 30 años”, apuntó; y a renglón seguido trató de situar su propia posición, pero con poca fortuna: “la segunda vuelta en el legislativo” sería otra buena posibilidad, indicó.

 

¿Y por qué no una segunda vuelta en la elección presidencial?, nos preguntamos.

 

En cuanto al tema que él puso sobre la mesa el día previo, que la democracia se la debíamos los mexicanos al Partido Acción Nacional, tampoco logró mayores réditos. Las preguntas-reclamos de los reporteros le cuestionaban sobre el papel de la izquierda en ese proceso, a lo que el aspirante terminó por ceder con un “nadie está escatimando el reconocimiento que se merecen”

 

Pero tanto le reclamaban los reporteros sobre su dicho –era la misma pregunta planteada desde distintos ángulo– que Ernesto Cordero acabó por refugiárse en el intelectual de Vuelta: “Enrique Krauze opina que la mayor contribución a la democracia en México la hizo el PAN”.

 

El Ernesto Cordero que ahí vimos, sencillo y cordial ciertamente, poco transmitía empero del torero que esperarían algunos para la lid del 2012. Digamos que aún no viste de luces.

 

Gema:

Obsequio envuelto en papel modestia del ex presidente Vicente Fox: “El PRI, ufano, soberbio de que va a llegar a la presidencia de la República, hoy dice que diez años del PAN no sirvieron. Me voy a echar un comercial político: Cuando menos a mí me consta que los seis de mi gobierno sí sirvieron”.

 

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