(Fotos: Ana Saldaña) 

 

Una de mis comidas favoritas es el sushi tradicional. Me encantan los sashimis, esos cortes de pescado cortados ya sea finamente o gruesos, sin nada más que un poco de wasabe y salsa de soya natural. Para mi es un gran placer sentarme en la barra y explorar los refrigeradores que muestran el pescado disponible del día para que con la ayuda del sushi chef pueda seleccionar las piezas más ricas y frescas. Para mi es un verdadero deleite probar esos pequeños bocados conocidos como nigiri, que parecen obras de arte por su belleza tan simple, preparados a mano con arroz tibio y acompañado de unas gruesas lajas de pescado fresco.

 

En los últimos meses, he visitado mis barras favoritas de sushi y aunque la calidad es la misma, estoy viendo un patrón que me preocupa. Mientras que en lugares como el Tori Tori están sirviendo piezas más pequeñas, en el Benkay, ahora recientemente rebautizado con el nombre de Yoshimi, han reducido su oferta de pescados, eliminando algunos de mis pescados favoritos de su carta.

 

También, por ejemplo en Murasaki, parecería que están surtiendo menos y menos variedades de pescado e ingredientes japoneses y cada vez es más evidente la poca técnica del personal en la preparación del sushi. En Nicksan, la última vez que los visité en fin de semana, me dijeron que estos días había una menor afluencia de clientes, por lo que tenían menos pescado disponible.

 

Aquí la columna completa de Ana Saldaña