Los tiempos se cumplen y el Brexit no es la excepción. Este próximo 23 de junio la población de Reino Unido emitirá su voto por la salida o permanencia de Gran Bretaña de la Unión Europea. Uno de los puntos de David Cameron para su reelección en 2015 fue la de incluir en sus compromisos este “referéndum”. Reino Unido buscaría renegociar de nuevo su posición dentro de la Unión Europea.

 

Sin embargo, el tema de “migración” y el riesgo de seguridad fueron elevando la tensión y el nerviosismo entre la parte política y social.

 

Desde que empezó a funcionar la Comunidad Económica Europea en 1958, los británicos han mantenido una actitud ambivalente hacia sus socios comunitarios marcando distancia al proyecto de integración europea. Las cuotas requeridas por el tamaño de su economía reflejan uno de los puntos importantes por el costo-beneficio y actualmente con el asunto “migratorio” tomó mayor relevancia.

 

Los últimos sondeos marcan un cierre de “fotografía” entre la permanencia y la salida de la Unión Europea. Las encuestas conocidas este fin de semana dan a conocer 44% a la permanencia por 43% a la salida, pero hay un alto porcentaje de “indecisos”. No obstante, algunas de ellas no reflejan aún el asesinato de la diputada laborista Jo Cox, partidaria de continuar dentro de la Unión Europea.

 

Tanto el Banco de Inglaterra como el gobierno británico tomarían medidas emergentes en caso de una salida como reducir la tasa de interés, coordinar el movimiento de divisas con otros bancos centrales, la disminución del gasto público y el posible aumento en impuestos, entre otros aspectos.

 

El FMI, por su parte, viene advirtiendo sobre “el freno al crecimiento económico” y el “aumento en la inflación” en caso de una salida.

 

A pesar de que la salida estuviera dentro de un período de 24 meses, el efecto de corto plazo sobre las condiciones futuras implicaría la depreciación de la libra, el recorte de empleos, el cierre de negocios, la fuga de inversión directa, aumento en precios de productos y servicios, la venta de inmuebles, etcétera, que daría una inestabilidad grave al Reino Unido, pero también un efecto dominó dentro de la Unión Europea en el sistema financiero de inicio.

 

Los Bancos Centrales más importantes mantuvieron sin cambio sus tasas de interés la semana pasada y en algunos casos prefirieron esperar a tomar nuevas medidas de estímulo. Hablamos de la Fed, Japón, Inglaterra y Suiza. Londres se fue convirtiendo en la segunda plaza financiera en tamaño en el mundo y el flujo de operaciones es “relevante”.

 

Por eso, el mundo se mantiene a la expectativa de lo que ocurra este 23 de junio próximo. El mercado de divisas cerró más tranquilo el viernes con un dólar que perdió terreno frente al euro y a la libra, pero esta semana seguirán los altibajos con cierta aversión al riesgo.

 

El peso mexicano logró terminar en la parte interbancaria a la venta debajo de los 19.00, aunque la presión podría continuar estos días. La permanencia de Reino Unido sería oxígeno puro para el Banxico.