Este fin de semana, Leticia Herrera Ale, presidenta municipal de Gómez Palacio, Durango, recibió un reconocimiento de parte de la dirigencia del PRI por sus logros electorales.

 

El hecho podría parecer un acto político como tantos otros y merecer, si acaso, una fotografía en las páginas interiores de los diarios locales.

 

Pero resulta que este suceso, de apariencia banal, significó –políticamente hablando– el fin del control del PRI por parte de Ismael Hernández Heras.

 

La derrota electoral del priismo en la gubernatura, ante el panista José Rosas Aispuro, fue el punto de quiebre para este grupo político que, por 12 años consecutivos, encabezó el ex gobernador duranguense.

 

Ismael Hernández y su famoso dream team mordieron el polvo cuando menos lo esperaban.

 

Tan seguros se creían y se sentían de su poderío político los ismaelistas, que no sólo se veían triunfadores en las elecciones del 5 de junio pasado, sino que sus planes abarcaban hasta 2022, con Gabriela Hernández López (hija de Ismael) en la candidatura por el gobierno del estado.

 

Pero todo quedó en sueños.

 

Y peor aún, el control y el poder del ex gobernador Hernández Heras (y de su sucesor, Jorge Herrera Caldera) se desmoronaron en unas cuantas semanas, como castillo de arena.

 

A finales de agosto, el hoy senador priista llamó a sus colaboradores cercanos para despedirse y agradecerles “su apoyo y fidelidad” en estos años, y dejarlos en libertad de “buscar otros horizontes”, pues ya no tenía margen de negociación con el nuevo gobierno de Acción Nacional.

 

Se desconectaría del estado, les dijo, y se concentraría en sus actividades legislativas.

 

Pero el ocaso del grupo político de Ismael Hernández no significó el fin del priismo en Durango. La batuta la levantó Leticia Herrera –hija del famoso empresario de La Laguna, Carlos Herrera Araluce– y el reconocimiento que recibió de la militancia priista de su estado marcó el comienzo del empoderamiento de un nuevo grupo político, del suyo.

 

Entre el Ejército y la Iglesia.- Si los de uniforme verde olivo andan en pie de guerra –léanse los reproches del general secretario Salvador Cienfuegos–, los de sotana no se quedan atrás.

 

Porque cuando no llega un guamazo para el gobierno vía el semanario de la Arquidiócesis de México, Desde la Fe, se alza alguna voz crítica de la Iglesia llamando a los fieles a “reaccionar” ante el “descaro” de los funcionarios y la corrupción que impera.

 

Ahí está la voz del obispo de Saltillo, Raúl Vera. Apenas supo que Humberto Moreira aspiraba a una diputación local por Coahuila, el religioso arremetió contra el ex gobernador.

 

¿Es justo que una persona que se robó 36 mil millones de pesos quiera ser candidato?”, preguntó.

 

Hay que cuidar la vida política de la población –pidió Vera–. Ahora que vamos a este proceso electoral, hay que evitar que personas corruptas, que hacen desastres escandalosos y que luego todavía tienen el descaro de aparecer y de querer seguir en eso… ¡por favor!, hay que reaccionar y no hay que dejar que este tipo de cosas sucedan en nuestro estado.

 

GEMAS. Obsequio del ombudsman Luis Raúl González Pérez: “La seguridad es una función que corresponde y debe estar a cargo de instituciones de carácter civil; nuestras Fuerzas Armadas deben volver cuando las condiciones del país así lo permitan”.