De una vez les adelantamos. Dos fueron los temas ampliamente ovacionados durante el Informe:

 

Cuando Enrique Peña Nieto anunció formalmente la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México -amplia la sonrisa del ex gobernador hidalguense, Manuel Ángel Núñez Soto, desde las últimas filas de invitados- y cuando habló del significado de la reforma energética y remató así: “Reformar es atreverse a cambiar… y México se atrevió a cambiar su futuro”.

 

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Muchos aplausos, sí. ¡En 24 ocasiones! palmearon los invitados la exposición de Peña Nieto. ¿Mucho incienso? ¿Diríase que recordaban los tiempos de la Presidencia Imperial?

 

Digamos que había el aroma, pero ahí les va algo tanto o más interesante a propósito de tantas lisonjas y aplausos: La concurrencia que acudió al Palacio Nacional no siempre respondió a las ovaciones que intentó propiciar el Presidente de la República.

 

Hasta podría decirse que el silencio crítico también se hizo presente por más que el ánimo presidencial -y la burocracia protocolaria- llamara al reconocimiento.

 

¿Dónde se vieron renuentes los invitados a obsequiar a Peña Nieto algunas palmas aun cuando lo procuró, ya fuera por la entonación, la forma en que estaba escrita la frase o porque de plano hacía un agradecimiento explícito? Ahí les va (en el orden en que ocurrieron):

 

-Cuando se vanaglorió de la reducción en el número de recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, especialmente las dirigidas al Ejército Mexicano (nadie respondió. Y es que el ombudsman actual, Raúl Plascencia, no goza de gran prestigio que digamos)

 

-Cuando tocó su programa estrella, la Cruzada contra el Hambre, y anunció que el Programa Oportunidades se transformaba en Programa Prospera (aunque parezca extraño, ni quien aplaudiera ese anuncio; ni siquiera Santiago Levy, presente entre los invitados).

 

-Al referirse al retorno de la Fórmula Uno a la Ciudad de México (inconmovibles los invitados al respecto y eso que ahí estaba el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera).

 

-Al hablar sobre los logros de nuestra política exterior y la afirmación de que la voz de México hoy se escucha (tampoco aplaudieron a esto los invitados, pero a cambio de ello el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos -sentado al lado del canciller- felicitó al oído a José Antonio Meade).

 

-Sobre la reforma en telecomunicaciones ¡ni se diga!, y eso que procuró propiciarlo el Presidente (pero nada. Silencio pesado, empezando por Carlos Slim y Emilio Azcárraga, ahí presentes en primerísima fila).

 

-De la reforma hacendaria ¡peor!, por más que intentó explicar Peña Nieto sus bondades ni quien moviera sus manitas.

 

(Apenas si regalaron unas cuantas palmas los señores del dinero -Valentín Diez Morodo, Claudio X. González, Roberto Alcántara, Gerardo Gutiérrez Candiani, Juan Pablo Castañón-, cuando Peña reiteró que no propondría más impuestos en lo que resta del sexenio.

 

El momento más increíble de estos aplausos negados:

 

-Cuando Peña Nieto se refirió al desempleo y como ejemplo de la “recuperación” dio la cifra del crecimiento habido en el mes de julio. (Ahí no sólo se negaron los aplausos, poco faltó para que arrancara carcajadas ante la mismísima presencia del secretario de Hacienda, Luis Videgaray)

 

Valga todo lo anterior para mostrar que buena parte de los personajes que se dieron cita ayer para escuchar el II Informe de Gobierno mostraron de alguna manera su crítica a las políticas del gobierno, aun cuando hayan ovacionado en 24 ocasiones al mexiquense. ¿Extraño, verdad?

 

Para concluir lo referente al ánimo de reconocimiento que se hizo ayer presente, anotaríamos los aplausos espontáneos otorgados a la sociedad civil por su apoyo durante los ciclones.

 

Y dejaríamos para la numeralia el hecho de que en el tema educativo fue donde se manifestaron las palmas más numerosas, aunque no las más intensas ni prolongadas. (Y eso que el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, llevaba cara de pocos amigos)

 

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GEMAS: Feliz, sin duda, Emilio Gamboa tomará hoy posesión de la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Senado.