En el gobierno de Enrique Peña Nieto, la devaluación del peso frente al dólar ha sido de 58% al pasar la divisa estadounidense de 12.90 pesos -en diciembre de 2012- a 20.50 centavos en cotizaciones promedio de este mes. Eso sí asusta.

Sin embargo, la convocatoria al espanto general nunca se escuchó en este sexenio de parte de los organismos empresariales.

El cambio de régimen está en curso y ante él, los mismos actores sobredimensionan los signos internacionales y nacionales a conveniencia y se olvidan de los datos duros que solían reivindicar. También hay un cambio en sus retóricas: pasan de exaltar las evidencias empíricas a señalar los misteriosos signos del más allá de su propia especulación. Se disfrazan ahora de defensores del “interés general”, que es más bien el suyo.

El viraje político que se sugirió en la campaña, base de la plataforma ganadora que llevó a ganar la elección a Morena, parece fortalecerse con el establecimiento de la idea de una democracia participativa a la AMLO que inquieta y genera incertidumbre, al menos en el 1% de la sociedad mexicana. El susto y la inquietud se mantienen latentes y atentos en los adversarios de Morena.

Afirmar, sin embargo, como lo hace Alfonso Romo, que la comisión especial entre el futuro Gobierno y los empresarios, inversionistas y agentes financieros relacionados con el desaprobado proyecto del aeropuerto de Texcoco es para “restablecer la confianza” parece un poco exagerado. La comisión se estableció ayer por instrucción de AMLO, desahogará parte de las tensiones y recreará oportunidades.

Hay cambio de régimen. La época de los forcejeos que estamos observando y en la antesala del Día de Muertos lo indican: muertas quedaron la hegemonía del PRI y la probabilidad inmediata de dignidad ética en el PAN, a juzgar por los resultados y la discusión partidista interna en esos organismos.

Los sustos ya no podrán sino construirse a partir de los nuevos espantos de las calificadoras internacionales y de los socios globales de algunas empresas mexicanas.

El peso recuperó este martes espacio como lo hace alternativamente en el curso de su flotabilidad de ya más de dos décadas.

La confianza entre un segmento de élite de empresarios y algunos organismos cupulares respecto del Gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador es un tipo de “confianza” que no ha existido sino como una acción provisional de quienes hablaron con AMLO de inmediato después de la elección y operaron con Romo. Más de 30 millones de electores tienen otro tipo de confianza que podrá mantenerse enteramente en su propia vía.

Romo llama “confianza” a la interacción con certidumbre con aquel grupo de empresarios, en uno más de los resbalones que ha dado desde la precampaña. ¿Para qué adelantarse a asegurar el sentido de la consulta haciendo coincidir su pronóstico pro Texcoco, sin fundamento, con el deseo de aquellos empresarios?

Hasta la calidad de la especulación parece haber cambiado. Que no haya sustos ni más espantos, salvo los que provoquen los niños disfrazados que hoy saldrán a pedir su calaverita.

@guerrerochipres