El domingo 10 de agosto, Génesis una mujer privada de la libertad, falleció en un penal en Chiapas. Según el testimonio de otras internas, se debió a una negligencia médica, porque no fue atendida de una enfermedad que padecía.
Días después, Guadalupe, Rocío y Cinthia, las mujeres privadas de la libertad que reclamaron la falta de atención médica fueron trasladadas a otro penal en un operativo nocturno.
Los hechos los dio a conocer el colectivo Cereza, en Chiapas, que trabaja con mujeres en situación de cárcel. Hicieron una protesta y hasta ahora los familiares siguen en el intento de conocer su paradero.
Este grupo acusó que la Fiscalía de la región Altos no ha iniciado ninguna investigación y que pretende dar por concluido el caso bajo el argumento de “muerte natural”.
Las autoridades no han dado a conocer información de lo sucedido. Los familiares siguen a la espera de resultados sobre la necropsia. La organización además denunció que este es sólo uno de más incidentes dentro de las cárceles chiapanecas.
Los huecos en la información y la falta de atención a las mujeres y a sus familias es un hecho constante cuando se habla de féminas privadas de la libertad.
Según las organizaciones en defensa de las mujeres, la población de reclusas en los penales de Chiapas ha aumentado considerablemente en los últimos años, sin que la infraestructura ni las políticas públicas para atenderlas crecieran en la misma proporción.
Los casos en los que se requiere una supervisión y una mejor atención para las mujeres que están recluidas en esta entidad del sureste, han aumentado según los colectivos sin una respuesta significativa por parte de las autoridades.
Y aquí viene la duda genuina, ¿a quién deberíamos asignarle la responsabilidad de garantizar resultados? y ¿quiénes deberían detectar las carencias que se van volviendo sistemáticas antes de que haya un evento que desate una crisis?
En general la población privada de la libertad tiene carencias importantes en el tema de salud y educación, pero en particular en el caso de las mujeres la situación se agrava.
Según cifras de Documenta, las mujeres privadas de la libertad son más susceptibles al abandono, la violencia y al aislamiento. Las redes familiares tienden a ser más frágiles.
“Lo anterior se debe a la doble estigmatización que sufren, ya que no solamente son excluidas socialmente derivado del castigo penal, sino también por el incumplimiento de los estereotipos de género”, refiere Documenta en un estudio.
Las alarmas y los datos de preocupación son frecuentes y se presentan por varias organizaciones que intentan lograr un llamado de atención importante hacia un sector de la población que ha sido tanto estigmatizado como discriminado.
Por eso cuando algo sucede en este ámbito requiere de mucho más empuje para que tenga un lugar relevante en la agenda nacional. Las autoridades deben voltear a ver en esa dirección pronto para evitar que una tragedia sea la que obligue a remediar las carencias.
@Micmoya