“La fórmula es muy sencilla: a mayor productividad, mayor prosperidad”. Esa fue la frase del discurso del Presidente que ayer destacaron los expertos de comunicación del gobierno federal en su boletín de prensa a propósito de la instalación del Comité Nacional de Productividad.

 

La frase de Enrique Peña Nieto no miente. Efectivamente existe una relación causa-efecto entre el incremento de la productividad en la economía y los niveles de bienestar de la población. Los ejemplos más sobresalientes que hemos visto en las últimas décadas sobre esta relación se encuentran al otro lado del mundo, en el continente asiático, y específicamente en países como Corea y Hong Kong, economías en las que una elevada tasa de crecimiento de la productividad impactó la tasa de crecimiento económico, la tasa del producto por habitante y los niveles de bienestar de la población. El discurso que el secretario de Hacienda ha venido repitiendo en diversos foros -como el de ayer- recoge estos ejemplos del impacto de la productividad en economías con un alto desempeño.

 

Sin embargo, hay una gráfica en la presentación de Luis Videgaray que llama poderosamente la atención y que bien vale la pena detenerse en ella. La gráfica se titula “Productividad, informalidad, y pobreza en las entidades mexicanas, 2011” y con ella se busca demostrar que los estados del país con menor productividad también presentan importantes rezagos en materia de informalidad y pobreza; mientras que, por el contrario, aquellos estados con mayores niveles de productividad producen mejores estándares de informalidad y pobreza.

 

Sin embargo, las cifras que presenta la gráfica no son lo contundentes que debieran ser para demostrar sin cortapisas que efectivamente en el país tenemos buenos ejemplos de estados con altos niveles de productividad y, como consecuencia directa, con muy bajos niveles de informalidad y pobreza.

 

Pero veamos los datos: En los 10 estados mas productivos del país (con un nivel de productividad laboral 154% mayor que en los 10 estados con mayor rezago) la informalidad en su población ocupada es de 52.8% (en los estados mas rezagados es de 73.8%), mientras que la pobreza afecta a 33.5% de su población total (en los 10 estados con mayor rezago es de 62.1%).

 

Si bien los datos nos dicen que efectivamente hay una relación entre productividad y bienestar de la población, es notorio que en los estados con mayor productividad en el país -como Nuevo León, Coahuila, Distrito Federal, Estado de México, Chihuahua, Sonora, Baja California y Jalisco-, los niveles de informalidad y pobreza entre la población aún son elevados e inaceptables para sus niveles de productividad laboral. De hecho las enormes brechas en productividad entre unos y otros estados no se reflejan, por ejemplo, en diferencias notables en la población ocupada que labora en la informalidad.

 

Así que hay otros factores que deben acompañar al puro incremento en la productividad para producir bienestar en la población y habrá que reparar en ello. Ya Videgaray se acercó un poco al listar cuatro ejes entre los que señala al entorno institucional y a la educación como factores a considerar.

 

Pero habrá que ir mucho más allá que una “fórmula sencilla”… con más mercado, pero también con más Estado en sus tareas fundamentales.