El año que recién termina fue el año en que los mexicanos, contra todo pronóstico, salieron de sus casas e inundaron las salas de cine. Según cifras recientes proporcionadas por la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (CANACINE) en 2011 acudieron 204.3 millones de espectadores, contra 189 millones de 2010, un aumento de ocho por ciento porcentual.

 

Lo anterior trajo consigo –por supuesto- una mayor recaudación en taquilla; en 2011, los mexicanos gastamos 9,769 millones de pesos en boletos para ir al cine, 7.9% más que en 2010.

 

¿Qué fue lo que llamó la atención al público mexicano como para abandonar la piratería y decidirse por ver películas en pantalla grande?

 

Hay que aceptarlo, ver cine como se debe, en una sala obscura, con gente a tu alrededor, no es barato. En promedio, una entrada cuesta aproximadamente $60 pesos, una familia de cuatro integrantes gastaría entonces $240 pesos en las entradas. A eso súmenle las palomitas (pensemos en un combo de palomitas y dos refrescos), ya se fueron otros $200 pesos. Falta el estacionamiento, en promedio $50 pesos. Una ida al cine cuesta entonces en promedio $550 pesos.

 

¿Qué películas hicieron que el público mexicano regresara a la sala de cine a gastar 60 pesos por boleto?

 

Con un fracaso contundente en crítica, pero con una amplia recaudación que rompió récords, tres películas de animación se colaron al Top 10 de películas mexicanas con más recaudación del año: Don Gato y Su Pandilla (112 millones 12,486 pesos, vista por 2 millones 585,880 personas), La leyenda de la llorona (52 millones 902,273 pesos) y El Gran Milagro, esta última una película de carácter religioso que recaudó seguidores gracias a ciertos curas que mandaron a sus feligreses a verla, obtuvo 30 millones 797,269 pesos; nada mal para una película de tan pobre manufactura y peor armado.

 

El caso de Don Gato resulta en todo un fenómeno de estudio. La caricatura, tan entrañable para los mexicanos, se vuelve película de animación (en 3D, además) pero sus directores nunca logran impregnarle a esta nueva versión la irreverencia, la sátira y el humor de la serie de televisión original; vamos ni la animación fue buena. Pero no importó, la nostalgia pudo más y los mexicanos le dieron más de 100 millones de pesos a una cinta francamente mediocre.

 

Empero no dejan de ser buenas noticias. Nuestra incipiente industria de cine nacional se beneficia al comprobar que los mexicanos estamos regresando a las salas, aunque sea para ver Harry Potter, Don Gato o Transformers 3. El siguiente reto es la calidad y el retorno del boleto.

 

Decir que la industria del cine en México va viento en popa sólo por que este año se han vendido más boletos es olvidarse de la otra parte, de los productores y los inversionistas que aún con el éxito en taquilla ven pocos o inexistentes retornos de su inversión. El cine mexicano comienza a ser negocio para los exhibidores, pero aún no para quienes invierten en su armado y producción.

 

Y qué decir de la calidad, ¿o es que acaso la lección de 2011 es que las cintas mediocres inevitablemente ganan mucho en taquilla?

 

Ese será el gran reto del cine mexicano para los años siguientes, encontrar la fórmula donde el cine sea comercialmente rentable, argumentalmente valioso; pero sobre todo, que no olvide que del otro lado de la pantalla hay un público, pensante, activo, crítico, y no un simple consumidor de imágenes…en 3D.

 

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