Hay que darle las gracias por algo a Donald Trump: nos ha permitido recuperar a los mexicanos el hecho en común de compartir un país, una bandera y una identidad.

 

 

En un país tan dividido, tener al menos la iniciativa de compartir la bandera como muestra de identidad es algo que se debe agradecer.

 

Con lo que hay que tener cuidado es con las soluciones que planteamos para enfrentar la amenaza real de las políticas de Donald Trump.

 

Lo primero que hay que decir y que debemos tener muy claro es que promover, divulgar, apoyar un boicot en contra de “productos de Estados Unidos” es ponerse al mismo nivel de ignorancia, irracionalidad y visceralidad del Presidente de la Unión Americana.
Hay que estar conscientes que los extremos se juntan y que al final la extrema derecha de Trump se parece mucho a la extrema izquierda de algunos grupos en México que tienen como sueño calenturiento de su pensamiento antiimperialista que pueden caricaturizar a lo gringo para que reciban un castigo económico.

 

Con la misma simplicidad como ahora en la Casa Blanca se retrata a los mexicanos como delincuentes y a los musulmanes como terroristas, así hay en México extremistas interesados en que usted caiga en su juego de boicotear a Estados Unidos al no consumir “sus” productos.

 

De entrada, las empresas en las que intervienen capitales de Estados Unidos generan 30% de los puestos de trabajo de este país. En muchas de estas empresas intervienen capitales mexicanos y no todas sus marcas son palabras o íconos anglosajones.
Los radicales promotores de un boicot contra lo gringo deberían empezar por dejar de utilizar su automóvil porque con la novedad de que seguramente la gasolina que usan para moverlo es importada de Texas, EUA.
Lo mismo sucedería si se suben al microbús. Y si optan por el Metro, que no duden que la mayor parte de las refacciones son importadas.

 

Si se quieren desquitar con un refresco, un café o una hamburguesa, que vean a la cara a quien se los vende, a quien reparte, a quien lo manufactura, a quien invirtió en el negocio y que me digan si no ven a un mexicano igual que ellos mismos.
Y si el boicot es porque la marca está en inglés, que por favor incluyan en su absurda medida de protesta el dejarle de hablar al Bryan, al Jonathan o a la Brittany, porque vaya que sus nombres están en la lengua de Trump.

 

De verdad, la amenaza que pesa sobre México es real. Donald Trump tiene planes de engrandecer su nombre, de posicionarse como un mesías salvador de su raza y ha elegido a sus enemigos. Estamos en su lista y lo peor que puede pasarnos es que nos encuentre divididos y haciéndole el trabajo con este tipo de boicots que lo único que conseguirían es mayor desempleo y una economía con menor crecimiento.