Como si se tratara de un virus, la ignorancia poco a poco avanza en la política, y provoca lo que se podría llamar el “síndrome de la prohibición”, un mal que atrae popularidad, pero que afecta a algunos sectores de la sociedad.

Cuando un representante popular adquiere este “síndrome”, comienza a prohibir, y prohibir y prohibir, y como tiene cierto poder, a veces no hay quién lo detenga, y más si sus compañeros son similares. O si se atraviesa algún interés que agrave el mal y lo convierta en, dirían los juristas, presunta corrupción.

Van algunos ejemplos:
El ex alcalde de Querétaro, Marcos Aguilar, prohibió las bolsas de plástico porque contaminan. Siguió una ecuación muy básica, en la cual no se consideraron algunas variables: prohibición de bolsas es igual a no contaminación y popularidad para obtener apoyo y votos.
Pero se olvidó de algo, una parte de esas bolsas prohibidas, que son las recicladas, usan para su elaboración toneladas de plástico, con las que se envuelven productos de los supermercados, como electrónicos, muebles y alimentos, entre otros, que si no son usadas para productos reciclados, se irían a la basura.

Ante una medida que los industriales del plástico consideran dañina para su sector, tomaron una postura: no comprar el plástico para reciclaje, de quienes los acopian directamente de los centros comerciales. Y el resultado estuvo a la vista, ya que poco a poco se acumularon toneladas y toneladas en los patios de quienes acopian el material.

Finalmente, la Norma Técnica Ambiental que propuso el ex alcalde tuvo que ser derogada, pues no contemplaba características técnicas sobre el tema.
En Tijuana, la Comisión de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Salud de Tijuana propuso la prohibición de bolsas de plástico de poliestireno expandido, lo que conocemos como unicel, siendo que las bolsas de unicel simplemente no existen.

El tema no es decir que no contaminan, pues, efectivamente, sí contaminan. Pero hay que buscar una solución que comulgue con el medio ambiente y con las economías municipales, estatales o nacionales… Un paso importante sería integrar, en este caso, a los empresarios del plástico, que en la mayoría de los casos han sido marginados de foros en los que se habla del combate al problema.

#¿LoboEstásAhí?

¡Diputados, a estudiar!

Si bien hay un sector que critica el bajo nivel académico de los representantes populares en el Congreso o en algunas alcaldías, y en vista de que no se puede obligar a que tengan una licenciatura como mínimo, sí se puede establecer el requisito de que tomen cursos y diplomados sobre el tema de la Comisión que quieran presidir o integrar. De esta manera sus asesores, empresarios u otros políticos no se los chamaquearían. Y, de paso, sabrían de qué hablan y qué están votando. Y no nada más se dedicarían a levantar el dedo.
Estos diplomados o seminarios serían impartidos mediante convenios con las universidades más prestigiadas, y hasta se estaría consolidando una forma extra de allegar recursos a las instituciones de educación superior.