Los candidatos de todos los partidos políticos han estado resintiendo desde el 2021, la agresión de bandas criminales de diferente nivel de organización, pero es la hora en que ningún aspirante a la presidencia de la República, a las gubernaturas, a las cámaras federales y a cargos locales ha sabido presentar con precisión y profundidad una propuesta de nueva estrategia de combate a la inseguridad.

Aquí hemos insistido en el mensaje contundente de la sociedad: la inseguridad se presenta como el problema número uno en el escenario político-electoral, lo que debiera llevar a una respuesta de quienes tendrán en sus manos los instrumentos del poder político gubernamental para entrarle de frente al problema creciente de la falta de garantías de los ciudadanos ante la delincuencia.

El mensaje pudiera parecer contraproducente: candidatos presuntamente agredidos por bandas delictivas piden protección federal o de plano renuncian a sus aspiraciones de cargos públicos.

Lo más que han podido argumentar algunos candidatos es que la oposición buscará el regreso de los militares a sus cuarteles, la disminución del apoyo castrense a labores de seguridad pública y el deslindamiento de la Guardia Nacional de su actual adscripción arrastre Secretaría de la Defensa Nacional, aunque la dimensión de los problemas de la inseguridad es mayor a estas tres iniciativas.

La crisis de seguridad estalló en México en 1983, cuando el PRI y los priistas perdieron el poder directo por el avance de la oposición y la llegada de los tecnócratas. Hasta ese momento el crimen organizado era administrado desde el poder político. El Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988 asumió ya la doctrina de seguridad nacional y ahí iba implícita la seguridad pública.

Han pasado más de 40 años y la situación de inseguridad está peor, pero no sólo por el aumento de los delitos sino por la incapacidad de todos los políticos de todos los partidos para construir una estrategia efectiva contra la delincuencia.

 

Zona Zero

  • De nueva cuenta, desde Estados Unidos llega la advertencia: “ya viene el lobo”. El precandidato republicano Donald Trump ya ha dicho de muchas maneras que va a resolver el problema del narcotráfico en su país invadiendo México con fuerzas armadas para destruir a los cárteles delictivos, aunque en el camino atropelle derechos nacionales. Y Biden sigue encerrado en las cuatro paredes de la Casa Blanca.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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