La Iglesia católica rechazó todo acto de violencia contra la dignidad, los derechos y la vida del obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel y de toda persona, tras las versiones en torno a la aparició del prelado.

En su homilia de este domingo, el obispo de la diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, dijo que este caso tiene “una característica de persecución política; quieren dañar la autoridad moral de la Iglesia”.

“Han visto la oportunidad miles y miles; es una fábrica de bots de ya saben quién. Está atacando a la Iglesia y dijeron ‘vamos a aprovechar este momento y vamos a darle con todo’”, señaló el también secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Castro Castro se tomó unos minutos y, desde el púlpito, habló de su homólogo Salvador Rangel, reportado como desaparecido el sábado 27 de abril y encontrado el lunes 29 en un hospital,  y dijo que Fiscalía estatal investiga los hechos. 

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Explicó que en noticieros y redes sociales se le acusa al obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa de que fue a hacer un acto incorrecto y que estuvo drogado; “yo quisiera, en primer lugar, decirles esto: cuando alguien acusa a otro debe tener las pruebas para hacerlo y hasta ahora pruebas fidedignas no las hay(…) Tampoco ha tenido la oportunidad de defenderese (pues) a consecuencia de la droga que le inyectaron, no ha podido decir exactamente qué pasó”.

El prelado insistió que fue un secuestro exprés.

Afirmó que si monseñor Salvador Rangel “eventualmente hubiera algo que acusar, la Iglesia tiene su derecho canónico, la ley de la iglesia es fuerte y quien viola esta ley merece una pena y no tapamos a nadie, a nadie”. 

Por la mañana, mediante un comunicado, los obispos de Guerrero reconocieron “el compromiso y la entrega de monseñor Rangel para no dejar indefensas a las comunidades de su diócesis ante las violencias, corriendo riesgos y peligros que sólo él y Dios conocen”. / 24 HORAS