Nuevamente, como hace algunos meses, los productores agrícolas de Sinaloa tienen bloqueadas las casetas de la principal autopista -que atraviesa todo el estado-, en demanda de que el gobierno cumpla su compromiso de mejorar el precio de la tonelada de maíz.
El tránsito por las carreteras del estado es un auténtico viacrucis que podría empeorar hoy si los productores deciden tomar el Palacio de Gobierno en Culiacán, así cómo bloquear las principales avenidas de la capital del estado.
Ayer se cumplieron 4 días de bloqueos y nadie ha visto o sabe dónde se escon…, perdón, en dónde se encuentra el gobernador Rubén Rocha Moya.
Hace unos meses, Rocha Moya responsabilizó de la crisis de precios a los grandes consumidores de granos, como Maseca, y mandó a los productores a protestar frente a las instalaciones de esas empresas.
El caso es que Rocha Moya ni siquiera se apareció para presidir, como es la costumbre, el desfile conmemorativo del Día del Trabajo, acaso por precaución pues en el contingente marcharon los trabajadores de la Universidad estatal, con la que el gobernador trae un pleito a muerte.
Rocha figura en la portada del nuevo libro de Anabel Hernández, titulado “La Historia Secreta’’, junto a lo más granado del Cártel de Sinaloa, en el que revela presuntos nexos del grupo criminal con funcionarios del actual gobierno.
El libro ha sido descalificado por el propio presidente López Obrador, pero a Rocha Moya, dentro del estado, le ha generado conflictos políticos cuyo costo aún no se puede calcular.
Por lo pronto, el gobernador se encuentra en calidad de ausente mientras el estado arde no solo por las altas temperaturas, sino por sus propios escándalos.
Alguien le está exigiendo cuentas.
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El gobierno “más humanista’’ de la historia, el mismo que acusó a los niños con cáncer y a sus padres de “golpistas’’, señaló a la presidenta de las Madres Buscadoras de Sonora, Cecilia Flores, de ser parte de un complot para exhibir a las autoridades capitalinas.
Y todo porque Flores, que lleva años buscando los cuerpos de sus dos hijos desaparecidos, encontró lo que, dijo, podría ser un crematorio clandestino ubicado en un cerro entre las delegaciones Iztapalapa y Tláhuac.
Con la rapidez con la que se obtiene un título de licenciado, las autoridades de la Fiscalía de la CDMX y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana local, aseguraron que no hay tal crematorio clandestino, que se trataba de “huesos de perro’’ y que las cenizas no correspondían a personas.
El mismo presidente López Obrador acusó que la madre buscadora con más reconocimiento servía “al bloque conservador’’ y el jefe de gobierno, Martí Batres, acusó un “montaje fallido’’.
Puede ser que Flores se haya equivocado en la forma en la que presentó su hallazgo y puede, efectivamente, que no se trate de un crematorio clandestino, pero en cualquier caso no se merecía la reacción tan descomunal del gobierno, en cuya administración más mexicanos han desaparecido.
Lo peor del caso (si es que puede haber algo peor), es que las madres buscadoras de la CDMX, que aparentemente tienen el monopolio del rastreo en la capital, amenazaron con “consecuencias legales’’ a Flores “por el sufrimiento causado a 5,000 familias que buscan a sus desaparecidos’’.
Las madres buscadoras que se han organizado en varios estados, aún a costa de su integridad física, han encontrado más fosas y restos que el propio gobierno.
Dividirlas, confrontarlas, usarlas con fines políticos, no tendría ni siquiera que ser opción.
@adriantrejo