La guerra de Estados Unidos en Vietnam comenzó a perderse en 1967 cuando los estudiantes se movilizaron en protestas masivas con alto grado de agresividad contra la determinación de reclutamiento forzoso de jóvenes para ir a combatir al sudeste asiático.

La intervención de la policía en ese entonces sólo contribuyó a incrementar el ánimo violento de las protestas hasta llegar a la invasión de las oficinas del Pentágono en Washington en octubre de 1967 por hordas estudiantiles para quemar sus tarjetas de reclutamiento e inclusive para mostrar el horror de un bonzo americano que se incendió en 1965 a sí mismo con gasolina en protesta frente a las oficinas del secretario de la defensa.

La historia de esa invasión del Pentágono la contó, con maestría, el cronista Norman Mailer y sus textos agrupados en el libro Los ejércitos de la noche recibieron el premio Pulitzer de periodismo.

La siguiente derrota estratégica de la participación de EU en Vietnam vino de la prensa, cuando los corresponsales asignados en el campo de batalla dejaron de concentrarse en los bares y centros de prostitución y salieron a las calles y colinas a confirmar la mentira de los boletines del Pentágono que anunciaban batallas ganadas que nunca existieron. Los medios reflejaron la protesta estudiantil porque los padres de familia apoyaban a sus hijos para no ir a la guerra.

En este contexto no debe desdeñarse hoy el escalamiento de protestas y violencia de jóvenes estudiantes en las principales universidades de Estados Unidos –sobre todo las de élite– contra el apoyo de la Casa Blanca a Israel en la brutal guerra en la franja de Gaza contra el grupo ultra radical de Hamás.

Hasta ahora, EU no ha desplegado tropas en Israel-Gaza, pero los estudiantes están temiendo otra vez el reclutamiento obligado o el envío de jóvenes soldados a morir en tierras de conquista.

 

Zona Zero

  • El caso del obispo De Morelos Salvador Rangel Mendoza tiene un velo de sospecha que solamente se conocerá en la intimidad del confesionario. El episcopado quiso politizar el incidente sin tener elementos reales y verificables de lo ocurrido y ahora se está enredando en la justificación del prelado al que ya se le encontraron restos de droga en su organismo, sin saber todavía si fueron inyectadas con violencia por los presuntos secuestradores o de qué otra manera pudo haber llegado la cocaína al sacerdote. La crisis del obispo llega cuando la iglesia católica está politizando la inseguridad a favor de la candidatura presidencial opositora.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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