El informe más reciente del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), ha arrojado una sombra de preocupación sobre los costos del cambio climático. Según las estimaciones, los daños anuales causados por este fenómeno alcanzarán los 38 billones de dólares para el 2050, lo que supondría una reducción del 17% en el PIB mundial.

Estas proyecciones económicas nos llevan a reflexionar no sólo sobre el impacto financiero, sino también sobre las implicaciones sociales que acompañan esta crisis; pues no estamos hablando de un futuro lejano, ya estamos experimentando sus efectos, especialmente en términos de acceso al agua.

En el caso específico de nuestro país, nos enfrentamos a desafíos adicionales relacionados con la crisis hídrica, como el déficit del suministro de agua potable en la Ciudad de México debido a la crítica situación del Sistema Cutzamala, aunado al hecho de que las 16 alcaldías de la Ciudad se encuentran en sequía severa, según datos del Monitor de Sequía.

Cabe destacar que, debido al desabasto, los capitalinos han recurrido cada vez más a pipas de agua. Aunque el precio de éstas varía según la zona, según datos de la Profeco, una pipa de 10 mil litros cuesta alrededor de 1,802.94 pesos; lo cual no sólo impacta en el gasto del bolsillo de los afectados, sino que también ha saturado a algunas empresas del sector, reduciendo la oferta y generando incrementos en los precios.

En ese contexto, es preciso mencionar que las propuestas de los candidatos durante el segundo debate abarcaron desde la protección de la cuenca hidrológica y la garantía de suministro de agua en toda la ciudad hasta la implementación de nuevas plantas de tratamiento, la reducción de fugas y la promoción de la captación de lluvia.

No obstante, aunque si bien la problemática central abordada en el segundo debate fue la inminente llegada del día cero y la crisis generada por la presencia de sustancias contaminantes en el suministro de la Alcaldía Benito Juárez, es fundamental que la capital alcance la autosuficiencia en términos de garantizar el acceso al agua potable, mejorar la red de distribución y maximizar el aprovechamiento de las fuentes de abastecimiento, sin importar quién resulte ganador en las elecciones.

El informe del PIK nos recuerda que “nos cuesta menos proteger el clima que no hacerlo”. Por ello, pensar en una inversión mínima necesaria de 70,000 millones de pesos, según estimaciones de especialistas, debe ser considerada no como un gasto, sino como una inversión en el futuro sostenible y resiliente de la ciudad.

El costo del cambio climático no puede reducirse a una cifra; implica vidas, recursos naturales y la estabilidad de nuestras comunidades. Por ello, la responsabilidad de abordar estos desafíos recae en todos nosotros, desde los líderes gubernamentales hasta los ciudadanos. Se debe actuar con determinación y visión a largo plazo para construir un mundo resiliente y sostenible para las generaciones tanto presentes como futuras.

 

Consultor y profesor universitario

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