La nueva ley bipartidista para control de armas en Estados Unidos le vuelve a dar la vuelta al punto central del conflicto: el problema no es el comprador de armas que cumple, mal que bien, con los requisitos legales, sino la segunda enmienda constitucional que garantiza el derecho ciudadano a poseer armas.

Otro problema localizable y también fuera del foco institucional es la existencia de un mercado negro de venta de armas que no pasa por ninguna autoridad controlada o empresa observada, entre ellas las 20 mil tiendas que las venden libremente.

Y sigue sin atenderse un tema más de psicología de la violencia: muchas de las armas que se han visto involucradas en conflictos violentos fueron adquiridas de manera legal y cumpliendo con todas las exigencias, pero resultaron utilizadas por alguien de la familia con problemas mentales.

El problema de las armas en Estados Unidos nunca va a terminar porque ese país se forjó de la violencia armada que conquistó el 90% de su actual territorio invadiendo tierras ajenas, destruyendo las comunidades indias, arrebatándole la parte actual de su territorio a la República de México, y todo ello por la ley del más fuerte con vaqueros armados y estructuras judiciales al servicio de los invasores. Hay que recordar que Estados Unidos comenzó con el espacio territorial muy pequeño de las 13 colonias en el este y hoy es un país que va de costa a costa.

Y hay que agregar el grave problema político: el principal lobby de poder en Estados Unidos es el de la Asociación Nacional del Rifle, cuya capacidad económica ha financiado a representantes y senadores y hasta presidentes de la nación y simboliza, más allá de la concepción ideológica del derechismo, la psicología de dominación del norteamericano medio que aprueba la existencia de EU como imperio sostenido por la fuerza de las armas.

 

Zona Zero

  • A pesar de que se siguen acumulando evidencias de violencia estallada contra candidatos a cargos de elección popular, la capacidad de cobertura de las autoridades es menor, se centra sólo en el acuerpamiento físico del candidato y no desarrolla estrategias de inteligencia para combartir a las bandas delictivas que estarían influyendo en la nueva correlación de fuerzas políticas en la República a través de atentados contra candidatos. El colmo sería que cada votante tuviera una escolta especial al llegar a la urna para ejercer su derecho democrático al voto.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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