Todas las campañas políticas en busca del voto popular tienen un defecto que debe ser razonado por el electorado: prometen lo que nunca cumplirán y, como el prometer no empobrece, los candidatos son capaces de vender su alma al diablo.

La aspirante oficial  Claudia Sheinbaum Pardo y la opositora Xóchitl Gálvez Ruiz ya definieron sus propuestas de seguridad, pero los dos partieron de un defecto de origen: no proporcionaron un diagnóstico real de sus perspectivas sobre la crisis de seguridad, y ello sólo revela que no saben de estrategias en esta área.

Sheinbaum la tiene fácil porque tomaría lo avanzado/retrocedido en el Gobierno de López Obrador y Gálvez Ruiz sólo oferta las experiencias de Yucatán y Coahuila, sin reconocer las razones del fracaso real de ambas estrategias.

De manera lamentable y por circunstancias de experiencia política, la sociedad en realidad no tiene vela en este entierro porque sólo es usada para la legitimación electoral de decisiones tomadas en la cúspide del poder gubernamental.

Los enfoques de las dos candidatas -el de MC, en realidad, no cuenta- se están centralizando en el falso dilema de militarización/civilidad, pero con ello sólo demuestra su incapacidad como funcionarias para entender el problema de la inseguridad en México: una crisis de seguridad interior que ha afectado la gobernabilidad democrática, el desarrollo económico y la tranquilidad pública.

La crisis de seguridad pública en México comenzó cuando el Estado priista se tecnocratizó con Miguel de la Madrid y el régimen político perdió el control de los hilos de los factores de poder policiaco que habían usado la inseguridad y la violencia como elementos de hegemonía política.

Las dos candidatas presidenciales andan en busca del voto desesperado de una ciudadanía que ya no aguanta la inseguridad, pero ninguna de las dos ha entendido la dimensión del problema como para ofertar una solución.

 

Zona Zero

  • Las organizaciones delictivas operan en función de sus propios intereses y buscarán apoyar a aquellos candidatos que les garanticen su existencia, pero se prevé desde ahora el problema de que la guerra de cárteles por territorios se convierta en una guerra de grupos políticos que aumente la inmovilidad de las políticas públicas para combatir -no enfrentar- a la delincuencia.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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