El 8 de septiembre de 2023, Andrés Manuel López Obrador le entregó, en un acto ridículo, el bastón de mando a Claudia Sheinbaum y enviando a sus opositores un mensaje que no dejaba lugar a duda: las elecciones de 2024 no son necesarias, he ungido a mi sucesora quién acatará todas mis órdenes. Sí o sí.

Pocos días después, AMLO descubrió que Claudia no tiene ni los tamaños ni la capacidad, ya no sólo para ser candidata, sino además podría poner en serio riesgo su Maximato, ese tan largamente soñado por él.

Para noviembre de 2023, la descomposición del régimen se convirtió en un hecho fuera de control con la Cuarta Transformación en fuga total de la realidad; desapareciendo a los desaparecidos por el crimen organizado, enviando una y otra vez a ese barril sin fondo llamado Petróleos Mexicanos (Pemex) recursos que pagaremos durante décadas, con las relaciones con EU en la fase más negativa de los últimos años y un crecimiento imparable del conflicto del Presidente contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

En enero de 2024, López Obrador había tomado la decisión de relevar a Claudia de la campaña presidencial, AMLO asume la candidatura, retoma el control total de Morena y le envía un mensaje muy claro a Claudia: regrésame mi bastón.

A partir de allí ya nadie en el círculo del Presidente sabe con qué ocurrencia amanecerá el inquilino de Palacio y todos se preguntan, ¿si entre nosotros existen provocadores profesionales y expertos en el absurdo como Fernández Noroña, López-Gatell o el mismísimo Mario Delgado -cumbre de la inutilidad- para que se expone el líder absoluto ante todos los medios?

Mientras, en la casa de campaña de Claudia reina el más absoluto desconcierto, porque una cosa es que el jefe máximo te pida que le regreses el bastón y que ni siquiera te dirija la palabra, pero de allí a que te desconozca por completo y no te deje figurar ni siquiera en los clasificados del aviso de ocasión, pues sí, arde un poquito.

Señor Presidente, ¿no le vendría bien calmarse un poquito? Mire, lo del tema de las acusaciones en contra de usted y sus colaboradores -por llamarlos de alguna forma- lo han generado ustedes de forma directa con sus Mañaneras, sus videos y declaraciones; hay un innegable tráfico de influencias (y de otras cosas mucho más graves). Sus más cercanos colaboradores y amigos pasaron de llevar una vida moderada a gozar de unas proporciones de riqueza y gasto inexplicable y un estilo de vida escandaloso.

El 18 de febrero pasado fuimos a la plaza mucho más que las 90 mil  personas que contó Martí Batres, que seguramente el 1 de marzo que hay mitin “voluntario” de Morena contará a muchos más. Pero a AMLO no le hizo la más mínima gracia el asunto y se lanzó a descalificar con cualquier tipo de insultos a todo aquel que haya tenido el atrevimiento de manifestarse en su contra.

Y para rematar una semana desastrosa,  el periódico New York Times, publicó las relaciones “peligrosas” del Presidente con personajes inconfesables en sus múltiples campañas, lo que generó en AMLO una reacción que ni el mismo Gerardo Fernández Noroña habría soñado en sus fantasías más calenturientas.

¿De verdad su mejor solución para salvaguardar su “honestidad valiente” era escalar el problema al punto de revelar teléfonos personales y enloquecer con YouTube? ¡Ahora resulta que si nadie ha hecho público tu celular ya sabes que eres un don nadie! Perra vida…

Estamos a algo menos de 100 días de las elecciones en México y visto lo visto, ¿de verdad desea AMLO que éstas se celebren? ¿O paso a paso intenta hacer explotar el proceso electoral y pasar directo al Maximato sin el escrutinio de los electores? Todo es duda y sospecha en este, inmerecidamente, pobre país.

 

    @Pancho_Graue

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