Mexicana de Aviación

“No es fácil comprar aviones”, dijo el presidente de México en días pasados en su conferencia de prensa matutina. Sin duda, será una frase que quedará para el registro de la aeronáutica civil mexicana, grabada para la historia. La frase acompañará a la renovada Mexicana de Aviación por los siguientes años, hasta que cambie su suerte o, al menos, le lleguen los tan ansiados aviones.

Recordemos que cuando Aeromar comenzó a tener problemas financieros antes de su quiebra, algunos pensamos que quizá se fusionaría con la nueva Mexicana de Aviación y que esta última tomaría quizá sus aviones los modernos ATR72 de turbo hélice con sus rutas que eran casi únicas por ser tramos de corto alcance y bajo volumen.

No fuimos pocos los que pensamos que Mexicana de Aviación tomaría una gran cantidad de rutas regionales que dejaba Aeromar, como Tuxtla Gutiérrez, Veracruz, San Luis Potosí – Acapulco, Lázaro Cárdenas, Tepic, Durango, entre otras. Pero no fue así; Mexicana de Aviación decidió competir frontalmente por las “rutas gordas” como Mérida, Monterrey, Guadalajara, Ixtapa, Tulum, Mazatlán, entre otras. En vez de diferenciarse, optó por querer “robarle” mercado a las grandes aerolíneas y, la verdad, ha sido un viacrucis para la nueva Mexicana.

¿No es un principio de marketing apostar por la diferenciación para colocar algún producto en el mercado? Mexicana, de inicio, no lo hizo así; quiere competir sin aviones competitivos. Hoy está enfrentando el mercado más encarnizadamente competitivo con aviones no adecuados para dicha misión, como los dos Embraer 145 arrendados a la aerolínea TAR y los B-737 propiedad de la Fuerza Aérea Mexicana. Esta improvisación aeronáutica es como diría el clásico “competir con Sansón a patadas”

Pienso que si Mexicana, en una primera etapa, se hubiera quedado con tramos regionales más asequibles como Salina Cruz, Oaxaca, Palenque, San Luis Potosí o Tepic, operando la flota actual, otro sería el resultado; hubiese sido un muy buen inicio para proyectar su propio crecimiento.

Los 10 Boeing 737-800 que alguien le dijo al presidente que serían la flota inicial de la nueva Mexicana de Aviación no están disponibles en el mercado, y el fabricante le dijo que, en el mejor de los casos, estarían en 2028. En relación con las empresas de renta, tampoco tienen disponibilidad de equipos para arrendar a Mexicana de Aviación, la aerolínea del presidente AMLO.

 

Ante la fijación del presidente por “quitarle” mercado a las grandes aerolíneas, nadie le dijo que no tenía aviones para competir de manera frontal, y eso lo está viviendo en carne propia el presidente. La situación actual sería distinta si, de inicio, hubieran optado por las “rutas que nadie quiere”; con sus 5 aviones, Mexicana estaría volando más holgadamente.

Otro reto que enfrenta Mexicana, sin duda, es el hecho de que todos sus vuelos despegan desde el AIFA, que hasta la fecha no ha terminado de ser un aeropuerto de fácil acceso para el grueso de la población que toma vuelos; sigue viéndose como un aeropuerto alejado de la Ciudad de México, lo que también ha jugado en su contra para el aparente fracaso de Mexicana de Aviación.

Entonces, cobran relevancia la falta de estudios previos a su operación, impactando directamente ahora en el crecimiento de esta aerolínea del estado mexicano, donde, de entrada, al apostar por el mercado grande, no se encuentran aviones para crecer y competir en serio.

Pero el problema de raíz quizá no esté ahí. Ojalá el presidente revise el modelo de negocios, porque, a pesar de que todos creíamos que Mexicana iría por los “tramos regionales” menos rentables para las aerolíneas comerciales establecidas, increíblemente la nueva aerolínea del gobierno se lanzó por “todas las canicas”, por tramos competidos que las grandes manejan de manera muy eficiente.

Pese a esta situación, Andrés Manuel López Obrador comentó que Mexicana de Aviación, que es operada por el Ejército Mexicano, se irá ampliando y consolidando con el paso del tiempo, solo no dijo cuánto tiempo porque, no es fácil comprar aviones.