En un escenario donde las proyecciones económicas no cumplen las expectativas, los expertos coinciden en que el país enfrenta desafíos significativos en su camino hacia la prosperidad y la igualdad; ya que la desaceleración económica, la fragilidad del Estado, la desigualdad en el ingreso y la expansión de actividades económicas ilícitas se presentan como obstáculos que dificultan el crecimiento económico.

El año 2023, que se esperaba mucho menos complejo, resultó ser todo lo contrario. Con un desempeño por debajo de lo esperado, apenas superando el 2%, ha pronosticado un 2024 con perspectivas desfavorables, proyectando un crecimiento que difícilmente alcanzará el 2.2%.

En ese sentido, factores como la desaceleración económica, la vulnerabilidad del Estado, la disparidad en la distribución de ingresos y riqueza, la proliferación de actividades económicas ilícitas, aunado al contexto electoral, proyectan un estancamiento del PIB per cápita.

Sin embargo, a pesar de este panorama, surge una oportunidad crucial para México: la inminente llegada de la manufactura 4.0, que se apoyará en cadenas de suministro impulsadas por la nube y modelos avanzados de inteligencia artificial. No obstante, para capitalizar esta revolución industrial, se requiere una inversión sustancial en talento y educación, pues actualmente sólo 2% de la población económicamente activa posee conocimientos en computación y tecnología.

Aunado a ello, es preciso indicar que de acuerdo con la última publicación del Coneval, el valor de la línea de pobreza extrema urbana incrementó 2.0%, mientras que el valor de la línea de pobreza extrema por ingresos rural incrementó 2.3%. Por lo que si compaginamos esto con el hecho de que recientemente el Índice Mundial del Costo de Vida ha situado a la Ciudad de México como la decimosexta ciudad más cara del mundo, nos daremos cuenta de que las dificultades para subsistir con un salario promedio ante las altas presiones económicas, son cada vez mayores.

En ese marco, la disparidad en los costos de vida se profundizan cuando se analizan los datos del INEGI, ya que revelan un empobrecimiento significativo de la clase media y alta, provocando una reconfiguración de la estructura socioeconómica del país.

No cabe duda que las estimaciones de que México necesitará 40 años para lograr mayor prosperidad e igualdad son un desafío monumental. La realidad actual, marcada por la falta de bases sólidas y las dinámicas desiguales, apunta a un futuro donde la brecha se ampliará en lugar de cerrarse.

Ante esto, la idea de alcanzar una sociedad más igualitaria y próspera en cuatro décadas parece más una utopía. Las bases no están sentadas, y las dinámicas tanto nacionales como internacionales indican que la desigualdad podría intensificarse, aumentando el malestar social en la población.

Por lo que en este juego de cifras y estadísticas, no debemos perder de vista a las nuevas generaciones, pues en 40 años podrían estar viviendo en un México marcado por carencias significativas si no se toman medidas efectivas ahora.

 

Consultor y profesor universitario

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