AFP OPERATIVOS. Las fuerzas de seguridad vigilaban a los reclusos tras recuperar el control de una prisión en Ambato, Ecuador, el 14 de enero de 2024.  

Convertidas en centros de operaciones de bandas criminales, refugios opulentos, teatros del horror y depósitos de cadáveres, dentro de las cárceles de Ecuador el narco gestó un infierno, cuyas lenguas de fuego se extendieron a las calles.

La fuga de Adolfo Macías, alias Fito, jefe de la mayor banda narco del país conocida como Los Choneros, puso los ojos sobre el frágil control del sistema penitenciario, donde luchas entre agrupaciones dejan más de 460 reclusos muertos desde 2021.

Envuelta en violencia, la nación superó en 2023 sus récords de incautación de droga y asesinatos: 220 toneladas y una tasa de homicidios de 46 cada 100 mil habitantes.

 

ESTADO

Existe una alianza entre reclusos y algunos policías. El intercambio de información por privilegios en las cárceles rompió códigos de la mafia como el de no delatar, lo que agrietó aún más las rivalidades entre bandas.

Suites, discotecas, piscinas y gallos de pelea son algunos de los lujos dentro de las penitenciarías. 

“Estas personas vienen de las economías ilegales, pero a la final adquieren su poder al entrar en contacto con (…) la inteligencia policial”, agrega Jorge Núñez, antropólogo ecuatoriano de la Universidad de Amsterdam.

 

CORRUPCIÓN

Otra causa fue dar poder a una Policía corrupta en el control de los accesos a las penitenciarías. Durante el gobierno de Lenín Moreno (2017-2021) se eliminó el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que administraba las cárceles. Entonces se creó el SNAI, que no ha logrado frenar la violencia pese a estados de excepción que permiten la militarización de las cárceles.

 

SUPERVIVENCIA

Una cárcel ecuatoriana es casi una sentencia de muerte. Quienes ingresan por delitos ajenos al crimen organizado terminan en masacres o se vinculan a bandas para poder sobrevivir. La lentitud de la justicia también satura las ya hacinadas prisiones.

En algunas de las matanzas carcelarias, hubo “casos de personas que ya tenían la boleta de libertad, (pero las autoridades) no la habían emitido y fueron masacradas”, expresa Alexandra Zumárraga, exdirectora de rehabilitación social.

En las cárceles las organizaciones también enlistan nuevos reclutas y ensanchan así sus economías ilegales.

 

MILITARIZACIÓN

El presidente Daniel Noboa declaró el “conflicto armado interno” al señalar a las bandas criminales de “terroristas” y desplegó miles de militares.

Considerado antes una isla de paz entre Colombia y Perú, Ecuador pasó de tener cuatro organizaciones narco en los 1990 a más de 20 en 2023, ligadas a cárteles mexicanos, colombianos y balcánicos. El combate al narco incluyó la militarización de cárceles y empobrecidos barrios. /AFP