Simone de Beauvoir, a 125 años de su nacimiento.
Foto: Redes. Simone de Beauvoir, a 125 años de su nacimiento.  

Hace 125 años, un 9 de enero de 1908 en París, un par de años antes de que el desbordamiento del río Sena inundara la capital francesa, nacía, en el bulevar Raspail, Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir, mejor conocida luego como Simone de Beauvoir, envuelta en el seno de una familia hondamente religiosa y estricta, sin preocupaciones económicas para la época.

Apenas con un poco de conciencia y razón propias, hizo saber a su familia su ateísmo y se rebeló, en cierto modo, frente a las estructuras rígidas que primaban dentro del núcleo familiar. Sin embargo, no fue sino la ruina económica que vino luego de la Primera Guerra Mundial lo que terminó por fragmentar su percepción dentro de las dinámicas familiares, que más tarde se reflejarían en sus textos.

Desde los 15 años constato, acaso por las ideas del feminismo que le nacieron de observar y vivir las ideas machistas de su padre o por algunos de los momentos felices que pasaba en soledad en las vacaciones de verano, sabía que quería ser escritora. Y tal era fervor y la lucidez de la hija mayor de George y Françoise que terminó de licenciarse a los 21 años con un texto de largo aliento sobre Wilhelm Leibniz, concluyendo así, hasta ese tiempo, estudios que recorrían las matemáticas, el latín, la literatura, la psicología y hasta la ética.

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Entre la escritura y la filosofía existencialista 

Pese a que Gallimard y Grasset, –los principales sellos editoriales de la segunda mitad del siglo XX en Francia–, no aceptaron publicar su primera novela, que había escrito entre 1935 y 1937, y que no se publicó entonces sino hasta 1979, no faltó que alguien, con visiones claras en el futuro y en la relevancia de las letras de Simone, le publicara La invitada (1943), su ópera prima, donde exploraba, a través de un triángulo amoroso, esos dilemas que le acompañarían por el resto de sus letras: la moral, la libertad, las ambigüedades, la responsabilidad individual.

Un año más tarde, en 1944, publicó La sangre de los otros, lo que significaría nada menos que un tiempo de publicaciones imparables. De entre todo lo que se publicó por esos años, destacan: Todos los hombres son mortales (1946), El existencialismo y la sabiduría popular (1948), El segundo sexo (1949), Los mandarines (1954, por cierto ganadora del Goncourt), Memorias de una joven formal (1958), La plenitud de la vida (1960), La mujer rota (1967).

Complicado, sin embargo, destacar una obra tan vasta y significativa como el de la filósofa existencialista, pues fue más allá de la tinta y el papel por sus ideas revolucionarias dentro del movimiento feminista, del que no se declaró parte sino hasta después de 1949, habiendo publicado ya El segundo sexo

Fue una mujer que luchó también por la legalización del aborto en Francia a través de la Choisir la cause des femmes (La causa de las mujeres) junto a Gisèle Halimi y por ser una de las principales redactoras de lo que se conoce como el Manifeste des 343 (manifiesto de las 343), una declaración revolucionaria, donde 343 mujeres afirmaban (y firmaban) haber abortado bajo condiciones deplorables que no sólo afectaban su salud, sino que las ponía en posición de ser juzgadas legalmente. Dentro de todas las personalidades de la época, destacan los nombres de Christine Delphy, Marguerite Duras, Bernadette Lafont, Agnes Varda, Monique Wittig, entre otras.

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Luminosidad expandida

Al margen de la importancia de manera individual y como faro de las luchas sociales para los derechos de las mujeres, también destacó en los movimientos de izquierda junto a célebres intelectuales como Jean-Paule Sartre, Boris Vian, entre otros, junto a los cuales fundó Les Temps Modernes, una revista que perseguía la idea de la difusión de la filosofía existencialista que tomaba a la literatura y a la política como vasos comunicantes.

Compartió ideas con otros íconos de la izquierda más compleja a medida que viajaba y exploraba nuevas latitudes. Y, a su regreso a Francia, firmó una nueva solicitud dirigida al parlamento francés para pedir la libertad de tres hombres que se encontraban en prisión preventiva por haber mantenido relaciones sexuales con menores de 15 años. Foucault, Sartre, Derrida, Barthes, Deleuze, Guattari, entre otros, firmaron ese documento con el fin de cuestionar la ley de la edad de consentimiento. Tema ríspido hasta la fecha.

A 22 de años de su muerte, sucedida en 1986 causa de una neumonía, la filósofa Julia Kristeva propuso otorgar un premio en nombre de Simone de Beauvoir, para premiar el trabajo y la acción de hombres y mujeres que contribuyan a la promoción de la libertad de las mujeres alrededor del mundo, y, así, continuar alargando por tiempo indefinido el legado de la filósofa francesa.