Por razones explicables, el tema de la inseguridad pública no aparece en los debates previos de las precampañas presidenciales: la candidata oficial no puede salirse del guión presidencial y la aspirante opositora en realidad carece de comprensión de la seguridad interior y sus críticas no aportan ningún elemento atractivo.

El tema de la seguridad, en la fase de finalización del sexenio actual, requiere de muchos matices que nadie parece querer entender: las cifras se están interpretando en frío y no están siendo percibidas en la dimensión de las razones de la violencia, ahora no tanto contra la sociedad, sino más bien en función de la violencia entre las propias bandas.

La pasividad operativa de las fuerzas de seguridad también está siendo malinterpretada: cualquier sobrerreacción gubernamental pudiera conducir a una respuesta escalada de violencia por parte de grupos organizados. En todo caso, no se tienen los datos concretos -y hay razones explicables para ello- sobre las acciones no públicas de las fuerzas de seguridad para diagnosticar a los responsables criminales de la violencia y desarticularlas como bandas delictivas.

Aunque se asuma como retórica gubernamental justificatoria, es muy cierta la argumentación oficial de que el nuevo sexenio se encontró con bandas criminales articuladas a sectores de seguridad del Estado y sin una política coherente de seguridad que definiera con claridad sus tres ámbitos: nacional, pública e interior.

Y también merece una percepción crítica el hecho de que la oposición insiste en mantener a la Guardia Nacional en el ámbito de la seguridad pública, cuando las bandas criminales están en ámbitos de la seguridad interior que implica el intento de cooptación o sustitución del Estado en espacios territoriales de la República.

Hasta ahora, las dos principales precandidatas han dejado pasar de lado la oportunidad de presentar opciones a la crisis de seguridad.

 

Zona Zero

  • Si se lee de manera estratégica la información sobre los migrantes que han sido detenidos y desaparecidos en los últimos meses, entonces los enfoques críticos deberían dirigirse a las estructuras policiacas de seguridad estatales y municipales que tienen la responsabilidad de mantener la seguridad en el ámbito local. Y, en todo caso, enfocar la crítica a la tardanza de la seguridad federal para evitar que las bandas criminales conviertan el secuestro de migrantes en verdaderas levas ilegales que pudieran inclusive penetrar en territorio estadounidense.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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