El primer año no funcionó, el segundo tampoco cumplió con las mínimas expectativas y ya para el tercero es un verdadero desastre, esa es la realidad del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral y los Tribunales Laborales.

Desaparecieron las Juntas de Conciliación y Arbitraje por lentas, poco productivas y corruptas; sin embargo, el llamado “nuevo sistema de justicia laboral” es exactamente lo mismo, sólo que hay que sumarle la pérdida de los derechos laborales, una clara intervención a la libertad sindical y un alto costo económico.

¿Qué está sucediendo? El Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral no está fungiendo como lo que es, un organismo administrativo, sino que se toma atribuciones que no le corresponden, al grado de ponerse por encima de la voluntad de los trabajadores.

Los centros laborales y los tribunales han quedado muy lejos de dar una atención pronta y expedita, ya que durante la revisión de un contrato colectivo de trabajo, la voluntad de los obreros puede demorar en cumplirse meses, para que esto suceda debemos, sí o sí, obtener el aval y visto bueno de un tribunal laboral. Nuestro voto no es suficiente para ellos.

Los trabajadores emiten su voto y se debe respetar y no someterlo al deseo o criterio de ningún funcionario, no es un privilegio, les debe quedar claro que están violando nuestros derechos.

Por otra parte, hay jueces sobrados de poder que han negado el derecho a huelga simplemente por no estar de acuerdo, ¿y los derechos, la Constitución y la ley dónde quedan? Es necesario denunciarlo porque a eso nos estamos enfrentando.

A los sindicatos nos quitaron responsabilidades, el nuevo sistema desapareció las asambleas y se adueñó de los trámites laborales, abriendo la puerta a corruptelas y, por otro lado, esta concentración desmedida de poder nos deja en indefensión a organizaciones y trabajadores.

El impacto a los trabajadores del desastre en el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral y los Tribunales Laborales no termina en el despojo de los derechos, ahora debemos rogar para ser atendidos.

Los sindicatos requerimos de constancias que oficialicen los procesos, para adquirirlas pasamos un segundo calvario, ya que dependemos de si los trabajadores de estos organismos están de buen humor, si les dio la gana ir a trabajar o si están de vacaciones.

Por otro lado, México debía capacitar a ese personal y para eso y otros fines relacionados a la implementación de la reforma laboral, Estados Unidos dio 180 millones de dólares al Gobierno mexicano, ¿qué han hecho con ese dinero? Nos queda claro que en capacitación no han invertido un dólar.

El Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral es excesivo con los sindicatos, piden documentos que nada tienen que ver con el trámite a realizar, aún así las organizaciones cumplimos pero el piso no es parejo, es momento que cumplan tal como exigen. El poder no les corresponde, son un vehículo administrativo y no más.

La gran preocupación por este sistema fallido es que le da facilidades a los coyotes y gestores disfrazados de representantes obreros a seguir viviendo y lucrando con los trabajadores, a confundirlos y utilizarlos como moneda de cambio.

A tres años de la implementación de la reforma laboral, el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral y los Tribunales Laborales han demostrado ser un fracaso y un engaño más que juega en contra de los trabajadores y sus derechos.

 

   @CarlosPavonC