Que no quede duda, el principal promotor de la división es Andrés Manuel López Obrador, quien en su calidad de Presidente de la República debería ser el primero en promover la unidad y la reconciliación nacional.

Eso no justifica, de ninguna manera, que los grupos radicales del extremo opuesto recurran a símbolos que han marcado a este mundo y que representan la inmundicia, la intolerancia y el exterminio.

Tanto como López Obrador se atrevió a llamar al publicista Carlos Alazraki un opositor “con pensamiento hitleriano”, del otro lado, desde esa postura opositora extrema, la revista Siempre, que dirige Beatriz Pagés, se atrevió a usar el despreciable símbolo nazi de la esvástica para denostar a la candidata oficial, Claudia Sheinbaum.

Es absolutamente inadmisible que el presidente López Obrador y la revista Siempre de Pagés usen símbolos del horror nazi para insultar a dos distinguidas personalidades de la comunidad judía mexicana.

No se justifica que en la ignorancia de lo que representó esa aberración histórica se usen esos símbolos para denostar a los contrarios.

Si desde el poder se usa la descalificación y el insulto como forma de crear identidad entre sus seguidores, no se debe responder en los mismos términos. En primer lugar, porque escalar la violencia verbal puede llevar inevitablemente a otros tipos de violencia.

Pero también porque con la maestría en el manejo de la propaganda al oficialismo le viene muy bien exhibir a esos grupos radicales opositores como los representantes de todos los opositores al régimen.

Caer en el juego de la radicalización solo beneficia a quien controla el monólogo de la discusión nacional y que tiene la capacidad de convencer a sus seguidores de que es posible cumplir con esa gran contradicción de que se puede ser la víctima desde el poder.

Si alguien escuchó el discurso presidencial de este pasado fin de semana en el que sin empachos López Obrador garantizaba la continuidad y pedía el voto por una mayoría en el congreso, quedó claro que nada le impedirá hacer campaña.

López Obrador no se va a detener ni en palabra, ni en dinero, ni en el ejercicio del poder para conseguir un triunfo electoral, aunque las leyes se lo impidan.

La polarización es una de las herramientas que mejor le ha funcionado en su vida como candidato y Presidente, y hoy juega los dos roles de manera simultánea.

No pueden los opositores caer en la vergüenza de lo que hizo la revista Siempre y ofender a una comunidad y a una persona como lo hizo con su efímera portada del fin de semana.

Es verdad que se trata de una contienda por el poder basada en los sentimientos más que en los conocimientos de los candidatos concursantes, pero si se abre el paso al insulto y a caer en el juego de la polarización, es fácil que las cosas se puedan salir de control.

Además, no hay que perder de vista que hay una fuerza grande y activa del crimen organizado que controla amplios territorios del estado fallido que no van a dudar en ejercer todo tipo de violencia para mantener y acrecentar su poder.

No caer en la provocación y la violencia es indispensable en este tan complejo proceso electoral.

 

      @campossuarez