A regañadientes y por razones inevitables, el presidente López Obrador estuvo en San Francisco en una reunión de la Alianza Económica Asia-Pacífico (APEC), pero en el escenario geopolítico de una política exterior de la Casa Blanca que intenta marcar su territorio regional frente al expansionismo de China y Rusia en América Latina y el Caribe.

La agenda de México con Estados Unidos no pasa por estos organismos multilaterales, ni por ningún acuerdo comercial globalizador, sino que se define día a día en el esquema negociador del presidente López Obrador de evitar acuerdos generales y centrarse en temáticas particulares.

Biden estuvo en la reunión de San Francisco con una base político-electoral local bastante menguada por sus errores estratégicos en Ucrania e Israel y sobre todo por las revelaciones cotidianas en medios sobre sus ya muy evidentes muestras de incapacidad de concentración mental en los problemas geopolíticos.

Asimismo, Biden tampoco ha podido deslindarse de la creciente fuerza política del expresidente Donald Trump, de quien todos los días se publican tendencias electorales presidenciales que lo colocan por arriba del Presidente en turno.

La agenda que le importa a Palacio Nacional tiene puntos muy concretos: la autonomía política e ideológica de los países de la región frente a Washington, el replanteamiento de algunos temas del tratado comercial que afectan el desarrollo económico de México, la responsabilidad directa de Estados Unidos en la demanda de droga que estimula el contrabando y la actividad por parte de cárteles mexicanos que operan con tranquilidad dentro de EU y sobre todo el problema migratorio que está siendo gestionado hoy en día por el radicalismo racista de los republicanos, sin que el gobierno demócrata de Biden pueda meter las manos.

En este contexto, lo menos que pareció interesarle al presidente López Obrador fue alguna señal de acercamiento con la Casa Blanca.

Zona Zero

  • A punto de recordarse los 30 años del alzamiento zapatista guerrillero que le declaró la guerra militar al ejército constitucional y caminó hacia la ciudad de México para obligar a la renuncia del presidente Salinas de Gortari, el mando del hoy Capitán Marcos sigue pensando que vivimos en 1993 y que la sociedad está a la espera de los comunicados zapatistas. Pedro ya ni el escarabajo Durito despierta curiosidad.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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