La Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena, deberá responder hoy a las impugnaciones del proceso para elegir a su candidato presidencial presentadas por Marcelo Ebrard.

El plazo para que la Comisión responda al escrito de Ebrard no admite prórrogas y, en el supuesto de que no hubiera respuestas claras y precisas a las argumentaciones del excanciller, se deberá entender que está formalmente fuera del partido presidencial.

De hecho, Ebrard sabe que el resultado de la “elección’’ de Claudia Sheinbaum no cambiará por nada que pueda ocurrir en este planeta.

Lo que ha ganado es tiempo y argumentos para exhibir a Morena como un partido tramposo, que representa al PRI de los años setenta.

Durante las últimas semanas Ebrard trató de negociar el acomodo en las listas para diputados locales y federales y para senadores a sus seguidores más allegados.

Pero el partido no ha dado entrada a sus peticiones.

Casi todo mundo da por hecho que se irá de Morena, pero importa el cómo se irá.

En tooodoos sus pronunciamientos antes y después de la elección que cuestiona, Ebrard se ha cuidado de no atacar a López Obrador, sino a la dirigencia nacional morenista encabezada por Mario Delgado y Citlalli Hernández.

Nombrado en su momento como “vicepresidente’’ de México, por todos los encargos que recibía de parte de López Obrador (comprar pipas, vacunas contra el Covid-19, renegociar con Trump el tratado comercial trilateral, entre otros), Ebrard navega ahora entre pasar a la historia como parte del sistema, sin chistar, o atenerse a la andanada de insultos y calificativos de los que será objeto si decide confirmar su salida de Morena.

Traidor’’, será lo menos que le dirán.

Él mismo alentó las expectativas sobre su futuro y el de sus seguidores, cuyo número ha ido menguando conforme avanzan los días.

Hoy se conocerán los argumentos de la CNHJ de Morena y, dependiendo de lo que se diga (no se repetirá la elección, como pide Ebrard), se tendrá una pieza más del rompecabezas en el que se ha convertido la carrera política de Ebrard, el solitario.

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Dice Jesús Zambrano que no reconoce los acuerdos tomados por el Frente Amplio por México para la distribución de las candidaturas a las nueve gubernaturas que se disputan el año próximo, incluida la CDMX.

La verdad lo que diga Zambrano tiene sin preocupación a las cúpulas del PRI y el PAN.

Hace unas semanas, cuando Miguel Ángel Mancera fue eliminado en la segunda ronda del proceso para elegir al candidato presidencial del Frente, Zambrano dijo que “pondría en pausa’’ la asociación con el tricolor y blanquiazul.

La pausa duró unos minutos en lo que fue apapachado y convencido de que el proceso elegido y el resultado se habían apegado a lo pactado.

Igual podría pausar la alianza en la CDMX, pero, la verdad, la verdad, al PRD le quedan muy poquitas canicas para jugar.

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Ha comenzado la danza de los millones en San Lázaro.

Ya se sabe que Morena trae el machete desenvainado para cortar recursos a todos los organismos que no se doblegan a los caprichos presidenciales.

Por eso son autónomos.

Pero tampoco se incluye presupuesto para reconstruir Acapulco ni para pagar los precios de garantía que ofreció López Obrador a productores de maíz, sorgo, trigo y arroz, entre otros, por lo que, si no hay una modificación al proyecto morenista, el próximo año habrá graves problemas en el agro.

 

    @adriantrejo