Los Siervos de la Nación levantarán un censo “casa por casa” para conocer el nivel de afectaciones que dejó Otis en Guerrero
Foto: Especial En medio de la montaña, donde los ríos se desbordan y las rocas caen, los habitantes ven con incredulidad los caminos cortados a la mitad.  

“Ese de ahí, el de la esquina, era mi cuarto, completamente destruido”, dice un turista mientras graba el interior del Hotel Princess, en Acapulco, completamente destrozado por el huracán Otis.

Acapulco, ciudad antaño radiante, bañada por el Sol e inundada de bañistas, ayer perdió todo glamour y se convirtió en una zona de desastre, con calles inundadas, vehículos volcados, edificios destrozados y, por encima de todo, personas damnificadas.

La Costera Miguel Aleman, la principal vialidad y polo turístico de la ciudad, amaneció a un cielo gris, devastada y con sus características palmeras destruidas por los vientos huracanados de hasta 315 kilómetros por hora.

Las personas, deambulando en autos, motos y a pie, incrédulas observan los destrozos en los comercios, los hoteles, gasolineras, viviendas. Edificios grandes o chicos, nada respetó el huracán.

Mientras que los militares patrullaban las calles, principal muestra de la presencia del Gobierno, que a kilómetros de ahí se afanaba por abrirle paso a la ayuda en la Autopista del Sol, bloqueada por rocas e inundaciones.

A marchas forzadas, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se esforzaba en restaurar la luz antes de la caída de la noche, para evitar sumar a la tragedia la oscuridad total, y al cierre de esta edición, informaba que se había restaurado el servicio a 40% de los afectados del estado.

Ante la falta de telefonía móvil o fija, las personas aprovechaban a las cadenas televisivas para avisar a sus familias que se encontraban bien, las mismas que en redes sociales clamaban por información de los suyos.

“No nos dejan salir, estamos incomunicados. Ojalá alguien de mi familia me vea para que sepan que estoy bien”, dijo también Nely Palacios, una turista mexicana, a la cadena Televisa.

“Los daños materiales son devastadores, no tenemos agua, no tenemos luz, pero estamos sanos y salvos”, dijo Citlali Portillo, administradora de una residencia para turistas, a la televisora.

“¡El edificio se movía como si fuera un sismo y se movió así durante dos horas!”, añadió la mujer que debió resguardarse en la tina de un baño durante el paso del meteoro. “Así es como nos salvamos”, agregó.

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Tierra adentro

En medio de la montaña, donde los ríos se desbordan y las rocas caen, los habitantes ven con incredulidad los caminos cortados a la mitad.

“Se sintió muy fuerte, nos dejó en shock porque ni de la casa pudimos salir, mucha gente estuvo buscando refugios, pues los ríos crecieron mucho”, relata Israel Pérez, panadero de 21 años.

“Parecía el sonido de monstruos que venían de otro lado, que están furiosos… Esto nos afecta mucho, porque salimos a todos los pueblitos (a vender el pan)”, dijo.

Mientras que Eric Hernández acompañaba a una familiar a una cirugía en una clínica de Acapulco cuando golpeó el huracán. Tras el impacto, el joven de 24 años salió caminando del puerto a su pueblo para ver que su familia estuviera bien.

“Tuvimos que cerrar las puertas con lo que encontramos para que no volaran los cristales. Nos tocó ver cómo arrastraba carros y postes. El piso de la clínica se movía. Una cosa muy fea que yo nunca había vivido en el tiempo que tengo aquí”, dijo Hernández en medio del fango que dejó el huracán.

El joven añadió que una vez que pasó el huracán tomó la decisión de caminar. En la ciudad observó que había tiendas saqueadas, con gente que se peleaba por las cosas.

“Acapulco quedó en desastre total”, dice.

La CDMX, sin su Alerta Sísmica

El impacto del huracán Otis dejó sin sistema de alerta de sismos a la Ciudad de México debido al daño de 27 sensores, ubicados en tres entidades, informó el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires).

En un informe preliminar, dicha asociación civil señaló que se trató de un huracán categoría 5, que dejó daños que impiden la comunicación de 27 sensores del Sistema de Alerta Sísmica Mexicano en la región del Pacífico, en las costas de Michoacán, Guerrero y Oaxaca.

Indicó que las brigadas de ingenieros y especialistas del Cires estaban listas para realizar los trabajos de recuperación de los censores en los sitios afectados; sin embargo, “se tiene conocimiento de daños en algunos caminos principales de la región por vía terrestre, por lo que se estima que tomará mayor tiempo llegar a atender los daños”.

La asociación, encargada de gestionar el Sistema de Alerta Sísmica, señaló que contempla pedir apoyo “tanto a la autoridad de Protección Civil federal como local, para restaurar con la rapidez posible el servicio de manera integral, en cuanto las condiciones meteorológicas lo permitan”.

El organismo reconoció que “en caso de que ocurriera un sismo fuerte, próximo a los sensores afectados, no se podrá emitir un aviso de alerta sísmica”, lo cual afectaría a la Ciudad de México.

Ayer se registró un sismo de magnitud 5.0 en Zihuatanejo, Guerrero, mientras el huracán Otis todavía continuaba impactando en la región, ya como categoría 2.