Un presidente de futbol profesional es un representante de su país. El presidente, el señor –voy a decirle así porque no voy a caer en su vulgaridad– Luis Rubiales es el representante de España –mi país- en el fútbol femenil.

Hace unos días la selección femenil de fútbol ganó la Copa del Mundo cuando se enfrentó a Inglaterra. Ocurrió en Australia. A través de la televisión, muchos millones estaban viendo aquel partido. En el campo había autoridades australianas, británicas y españolas, entre otras la Reina Letizia.

Todos pudimos ver cómo en un acto entre eufórico y lascivo besó en la boca a la jugadora española Jenni Hermoso. Pero no sólo eso, durante el partido el señor Rubiales se tocó los genitales en un acto de desprecio contra la otra selección.

En España utilizamos una palabra que define muy bien al personaje: Macarra, cuya aceptación es la mezcla de prepotente, chulo, ordinario y vulgar. Y así es el personaje. No se puede hacer ciertos gestos y menos delante de millones de personas que lo están viendo desde diferentes lugares. Ni tampoco delante de todas aquellas autoridades. Tampoco se puede estar dando besos en la boca a las jugadoras por muy amigas que sean.

Sólo quiero agregar que el presidente de la Federación Española de Futbol representa, no sólo a las jugadoras, sino a todos los españoles. Pero debo decir que ni a mí, ni a la inmensa mayoría de los españoles puede representarnos ni la ordinariez ni la vulgaridad.

El futbol español es mucho más grande que la ordinariez, lo mejor que podía hacer si tuviera decencia es dejar el cargo. Para que alguien pueda representarnos con dignidad.

 

@pelaez_alberto